ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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TalCual, el diario para el cual escribo los textos que aquí incluyo precedidos siempre de una introducción,  la materia central  de este blog, debe pasar a ser semanario y por ello mismo cambiará su formato y otras cosas que aún no conozco. La razón es bien conocida: la situación general venezolana obliga y además el acoso “revolucionario” logró parcialmente el objetivo de llevarlo a la crisis siguiendo el destino de casi todo en nuestro país. Y como digo en la nota de hoy, más corta que lo usual porque así se nos ha pedido a los columnistas en ocasión de este primer número como semanario, de las crisis salen cosas buenas también, sobre todo si se responde a ellas sin dejarse dominar por el desaliento. Así que el asunto no es tan grave. La calidad humana y profesional de quienes hacen posible ese instrumento de la opinión independiente y libre me hace estar seguro de que el cambio será en definitiva para bien. Y ya veremos cómo habrá que adaptarse a las nuevas condiciones que deberemos cumplir los columnistas.

Ese ejercicio de adaptarse estirando la paciencia ha sido orden del día permanente para todos los que vivimos aquí, sobre todo en los últimos diez años. Hemos tenido que adaptarnos a cosas que han sido bastante extraordinarias, negativas casi todas, y lo más sorprendente, lo que me produce en realidad mucho orgullo íntimo, es que ha sido posible no en virtud del apaciguamiento, sino del saber esperar de una dirigencia social que ha sabido superar las presiones de los impacientes de siempre. Saber esperar, confiando en los mecanismos democráticos a pesar de las presiones por pervertirlos y aplastarlos abusando del Poder Público, el momento en que el pueblo se manifieste inequívocamente para cambiar la dirección de una experiencia política que ha sido uno de los fracasos más estrepitosos de la historia latinoamericana.  Fracaso en todos los órdenes con consecuencias desastrosas para todas nuestras instituciones.

Nada más hoy, por ejemplo, recibí un texto de un joven colega arquitecto, profesor en la misma Facultad de Arquitectura en la que cursé mis estudios, Víctor Sánchez Taffur, en el que habla de la insólita situación de escasez presupuestaria que se está viviendo en esa institución, que como consecuencia ha convertido esa casa de estudios en una ruina.  

En estos días se lleva adelante un paro universitario denunciando esa situación, que ha llegado a límites vergonzosos e increíbles en un país por el cual han pasado torrentes de dinero provenientes del petróleo. Hecha conocer así por Víctor: “…Nuestra situación…es parecida a la de una post guerra, no hay sillas, baños, ascensores, papel, libros, seguridad, etc. El gobierno no otorga dinero suficiente y realmente a estas alturas interesa poco lo que justifiquen para no hacerlo, la realidad nos lleva por delante, está allí, es avasallante y vergonzosa…se escucha casi a diario de los despilfarros y la dimensión de la corrupción nacional y es inevitable preguntarse ¿por qué se ha caído tan bajo?…”

Es esa precisamente la pregunta que tenemos que responder para actuar en consecuencia. Cada uno. Pacíficamente. No olvidando que la violencia a nada conduce, salvo a más violencia.

 

NUEVA ETAPA

Oscar Tenreiro

(Publicado en el semanario TalCual de Caracas el 7 de Mayo de 2015)

TalCual cambia y también cambiará Venezuela. Y mientras nos incite el deseo de comunicación seguiremos en esta casa, que, como todo lo que hacemos, cambia por presión de las circunstancias, sólo que en este caso se trata del derecho a existir. Consecuencia de amenazas que terminan haciéndonos más completos porque entre otras cosas nos permite ser conscientes de la importancia de los obstáculos que como sociedad debemos superar. También de la necesidad de hacer lo que esté a nuestro alcance para romper el cerco al conocimiento disfrazado de utopía política. Lamentable caricatura que nos empobrece, que atenta contra toda posibilidad real de avance, aunque de ello no se den cuenta los bribones que desde lo más alto del poder político trafican con la mentira y promueven la incoherencia, la irracionalidad y el atraso.

He tratado de convertir este ejercicio en oportunidad para expresar reflexiones que a la par que me ayudan a ejercitar el pensamiento, inevitable requisito para la escritura, busco compartir con quienes se ocupan de los temas que atañen al dominio de lo construido o simplemente buscan ampliar su visión de la realidad acercándose a las preocupaciones que son propias de ese espacio. Lo hago, creo, con un lenguaje accesible, distante de toda especialización y esforzándome en buscar las conexiones con lo que acontece, conexiones que enriquecen lo que hacemos y le dan pertinencia a nuestra actividad.

Y en virtud de esto último, con mucha frecuencia discurro en los terrenos de la política, que en la Venezuela de hoy todos debemos reconocer. Pensando en que alguna influencia tendrán, aunque sea modestísima, en la marcha general de las cosas, en lo que se debate aspirando a construir el futuro de una nación que durante el último siglo ha estado en una constante lucha por alcanzar la democracia y con ella el verdadero progreso social.

II

Me parece que una de las razones de ser de TalCual es, precisamente, ser vehículo de preocupaciones como las que acabo de resumir. Y a eso se debe mi presencia entre quienes ocupan sus páginas, presencia que me fue facilitada por el talante abierto y tolerante de Teodoro Petkoff, a lo cual otras veces he dedicado unas líneas.

Estoy convencido además que el intrincado tejido que da forma a la vida urbana es asunto que debe ocupar la atención de todos en una realidad como la nuestra, la de una etapa histórica en la que se definirán las formas de vida de un futuro que estoy seguro que será mucho mejor, que dejará atrás estos tiempos de desesperanza inducidos por una situación artificial. El tema urbano debería ser nuestra principal preocupación, como lo es sin duda en muchos lugares del mundo,  porque es en la ciudad, en la concentración cívica con todo lo que ella implica, donde se decidirán las condiciones de nuestra vida social.

Y ciudad es arquitectura, cada vez se viene insistiendo más en ello. Ciudad no es únicamente regulación, es promoción de la construcción del espacio público con la arquitectura como instrumento. La reciente transformación de la vieja Europa lo ha hecho más claro: a la arquitectura se le tiene que reconocer su papel mediador. Nuestro discurso político debe en ese sentido específico renovarse, modernizarse, dejar atrás la herencia populista, de la cual estos últimos dieciséis años de simplezas y bolserías ideologizantes nos deberían haber curado.

Dar un pequeño aporte para que este conjunto de cosas no se pierdan de vista es la razón de mi presencia aquí desde hace unos siete años. Y aquí seguiré mientras el cuerpo y sobre todo la necesidad de escribir lo permita. Alguien llevará a germinar algunas de las semillas que uno ha pretendido lanzar al aire.