ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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Oscar Tenreiro / 29 Agosto 2007

Algunos colegas se preocupan porque se ha dicho (lo escribí en esta página) que la idea de la ciudad “socialista” Camino de los Indios, no es de técnicos cubanos o del Gran Conductor. Un colega a quien respeto, Víctor Artís, ha escrito en la página digital del Colegio de Arquitectos que es él el autor original de la idea. Y su coautor, según ha escrito Artís, es el Arq. Fruto Vivas. Ayer mismo (escribo un Lunes) salió en El Nacional esa misma información.

Se aclara pues la autoría de la idea, pero eso no aclara otros aspectos mucho más importantes.

El primero es si es lógico, como lo ha hecho saber el Ministerio del Habitat, comenzar la fundación de una ciudad con la construcción de las viviendas (800 como parte de un número mucho mayor), en un sitio por ahora de difícil acceso y carente de todo nexo con la ciudad existente y consecuentemente desconectado de los posibles centros de trabajo. Porque se está en realidad “colonizando”, y ello implicaría comenzar por la localización de actividades que generen trabajo y la creación de sedes institucionales; o por lo menos hacerlo en forma paralela a la construcción de las viviendas. Hacer una ciudad nueva, con su propia dinámica económica, exige un proceso complejo que de ninguna manera comienza por una oferta de viviendas pura y simple. Sobre la forma en que el Ministerio ha asumido esos aspectos del problema nada se sabe.

El segundo es que, si se trata de colonizar, es imprescindible atender estrictamente a las condiciones naturales delicadas del sitio escogido. Si se quisiera aprender de experiencias venezolanas en un medio geográfico de características similares, se impone referirse a la Colonia Tovar fundada en 1841 por Agustín Codazzi, un asentamiento orientado hacia la producción agrícola, aspecto que se ha mencionado como una de las actividades económicas de esta nueva ciudad. Es curioso constatar que, como lo hace notar Juan José Pérez Rancel en su muy buen libro sobre Codazzi, la Colonia Tovar surgió en sintonía con las colonias de corte socialista (del socialismo “utópico”) que se hicieron por América en esos años. Adicionalmente, el territorio analizado por Codazzi para ubicar 11 colonias similares, incluía el sector donde está ahora la ciudad “socialista”, lo cual anuncia un regreso hacia las utopías del siglo 19 en brazos del Führer y sus asesores, con ayuda del chorro petrolero. Pero si la Colonia Tovar, con sus bajas densidades, a pesar de que exigió deforestación, no sólo no destruyó el ambiente natural sino lo valorizó y fue una experiencia sustentable a pesar de sus grandes dificultades iniciales, a uno lo mueve la desconfianza cuando observa los masivos movimientos de tierra en las filas, acondicionando “terrazas” para construir viviendas multifamiliares para una anunciada población de 20.000 personas, cifra muy alta, realmente incompatible con un uso racional de un suelo de altas pendientes. Una población que allí no podrá vivir sólo de la agricultura.

Y ante todo esto, ya lo hemos dicho en otra ocasión, no se conoce ningún estudio de “impacto ambiental” hecho por el Ministerio del Ambiente, o si se ha puesto el necesario celo para impedir la erosión de las laderas, o regular la deforestación. Tal vez su silencio quiere decir que cualquier privado podría en el futuro intentar un desarrollo similar. O si el Estado, o mejor dicho, su dueño, no tiene por qué regirse por las disposiciones legales vigentes. ¡Vaya socialismo!

Y dicho al pasar ¿qué opinará sobre esto el geógrafo Ricardo Menéndez, estrella del PSUV y del Canal Ocho, dueño de una labia envidiable si bien necesitada de traducción, que tanto ha se ha empeñado en celebrar el respeto al territorio y al medio ambiente en la “nueva” Venezuela?

Digamos, continuando con nuestras dudas, que la “ciudad socialista” no es sino un desarrollo masivo de viviendas. El tercer aspecto a aclarar sería entonces si estamos ante la repetición del error típico de la Cuarta de sacar los desarrollos de vivienda fuera de la ciudad, a un extrarradio desprovisto de servicios, donde el Estado dispone de terrenos baratos, para formar, como ha sido la historia en casos similares, verdaderos ghettos de excluidos.

El cuarto tiene que ver con el costo anunciado. Se habla de un poco más de 800 viviendas y una inversión inicial de mas de 300 millardos, lo cual en una cuenta simple da el resultado de aproximadamente 400 millones de bolívares por vivienda. Esperaremos las cuentas finales. Que por supuesto no se divulgarán porque la “contraloría social” no rige para los proyectos-bandera del Gran Conductor.

El quinto es si ante la falta total de proyectos urbanos en el litoral, donde luego de todos estos años nada importante o digno de mencionar se ha hecho o se piensa hacer en ese pedazo de ciudad existente que además es un importantísimo brazo de Caracas hacia el Caribe. Si ante esta falta de iniciativas, repito, tiene sentido colonizar un sector natural delicado en lugar de hacer una reestructuración urbana de la franja costera de la capital, un tema nunca abordado con seriedad y decisión política.

El sexto, y tal vez el más importante de todos, es si la confiscación de la democracia que viene adelantando este régimen y su forma de proceder sin consultas, debemos celebrarla como el advenimiento del Estado Social de Derecho que se nutre de la voluntad de los ciudadanos expresada libremente” tal como dice un párrafo de la exposición de motivos de la Reforma Constitucional que se nos propone. Por cierto, un documento que revela con claridad la locura en la que se han embarcado los que soportan ideológicamente a esta dictadura del siglo veintiuno.

Hago estas consideraciones coincidiendo con una convocatoria que hace el Colegio de Arquitectos para un foro sobre esta “ciudad socialista”, al cual los representantes del régimen “no han confirmado su asistencia”’. Si esos funcionarios no comparecen, como generalmente ocurre, me pregunto si el foro va a versar sobre suposiciones, porque de la obra en cuestión casi nada se sabe. O si se va a discutir sobre la paternidad de la idea de hacer allí la “ciudad”, asunto irrelevante porque ese tipo de “ideas” no tienen paternidad. Lo realmente importante es la decisión de construir la ciudad y la forma como se está procediendo, sin olvidar el exabrupto de ponerla en manos de ¨técnicos cubanos”.

Por todas estas cosas, no asistiré al foro. Esta “ciudad” no es sino un episodio más de la cadena de arbitrariedades e improvisaciones del régimen; y no me gusta discutir sobre una improvisación. Hasta su nombre, Caribia, puesto por el Jefe, me recuerda al de Kakania. el reino inventado por el escritor austríaco Robert Musil o el de Genobia, inventado por nuestro Angel Bernardo Viso; en ambos casos países míticos donde reina el absurdo…y la hipocresía. Lo que sí desearía, es que del Foro surgiese una enérgica posición exigiendo al régimen transparencia sobre ese tipo de decisiones, y que haga honor a su pretendida condición “participativa y protagónica” que hasta hoy no es sino una falsedad.

Y el Colegio de Arquitectos sería, como lo son por supuesto las Facultades de Arquitectura, un buen lugar para que los arquitectos revolucionarios nos expliquen a los cachorros del imperio, en tono de adoctrinamiento, cuales son las virtudes que ellos ven en estos modos de proceder de la “revolución”. Qué nos digan si piensan que actuar así es un aporte a nuestra disciplina. Si en sus cátedras ellos sostienen que ese es el camino a seguir por la arquitectura urbana del siglo veintiuno. Que nos digan, en suma, porqué ellos creen que vale la pena sacrificar la palabra y la opinión profesional, por el triunfo glorioso de esta “revolución” .

Incluimos aquí dos imágenes de interés, tomadas del libro Agustín Codazzi de J.J. Pérez Rancel citado en el texto. El plano muestra una extensa zona de la Cordillera de la Costa (que incluye el lugar de la actual «ciudad socialista») donde además de la Colonia Tovar, Codazzi proponía 10 colonias agrícolas más. La otra imagen es de un óleo de Bellerman de 1843, del centro urbano de la Colonia Tovar: baja densidad, equilibrio entre trabajo y vivienda, respeto por el medio; y sin embargo deforestación ¿Qué puede esperarse de las 4.000 viviendas de la «ciudad socialista?

Plano de Agustín Codazzi

Cuadro de Ferdinand Bellermann de 1843