ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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Oscar Tenreiro / 3 de Noviembre 2008

La Iglesia de la ciudad de Firminy, en el sur de Francia, un proyecto póstumo de Le Corbusier (1887-1965), fue terminada e inaugurada en Julio de 2006, luego de cuarenta años de haberse comenzado su diseño. Yo había tenido durante más de 25 años, una relación afectiva e intelectual con ese proyecto. Fundamos en la Escuela de Arquitectura de la UCV una Unidad Docente, que bauticé como Taller Firminy, porque esa arquitectura había sido tema de un semestre de trabajo dirigido a conocerla, representarla en dibujos y maquetas, debatir sobre ella. Todo con la idea de organizar una exposición, que se abrió en Noviembre de 1983, para la cual invitamos a José Oubrerie, colaborador de LC en ese proyecto y a Claudius Petit, ex-Ministro de la Construcción francés, quien como alcalde de la ciudad realizó en ella ambiciosas transformaciones que incluyeron un conjunto (iglesia, Casa de la Juventud y Stadium) del cual había quedado pendiente la construcción de la Iglesia.

Luego de la muerte de LC, Oubrerie y Claudius reunieron fondos para comenzar la obra en 1971. Sólo se logró avanzar en las fundaciones y parte de la estructura inferior, hasta que mediante una campaña financiera encabezada por Dominique Claudius Petit, hijo del ex-alcalde, fallecido en 1989, se terminó, con la dirección de Oubrerie.

Construir Firminy ha sido controversial. La objeción más importante era que las decisiones de obra, esenciales en toda arquitectura, las tomarían otros sin la tutela de la intuición y el conocimiento del creador original. Pero ese válido argumento pierde peso si se acepta la autoría compartida: Le Corbusier-Oubrerie. Podría citarse el caso del Museo de Arte Británico de Yale, terminado por David Wisdom luego de la muerte de Luis Kahn, o la propuesta que se viene promoviendo de construir el Monumento a Roosevelt, en Nueva York, del mismo Kahn, bajo la dirección de Algo Giurgola en asociación con Wisdom. O el de la reconstrucción del Pabellón de Barcelona de Mies Van der Rohe.

El Museo de Yale, es cierto, se encontraba en avanzado estado de construcción cuando Kahn murió, pero en las etapas finales de obra se tomaron decisiones no necesariamente coincidentes con lo que Kahn hubiese pensado. En cuanto al Monumento a Roosevelt, si bien es verdad que el proyecto está completo, puede suponerse dadas las características de mismo que las intervenciones de la Dirección de Obra serán numerosas. Y en el caso de Firminy las decisiones fundamentales en cuanto a proporciones, ajustes geométricos, organización y detalles constructivos básicos, habían tomado forma en vida de LC. Por otra parte puede argumentarse que todo edificio dice una frase que se impone sobre todas las demás, y las de mayor fuerza en el caso de la Iglesia de Firminy ya estaban definidas en el proyecto.

Mi mujer y yo, en viaje reciente, llegamos a Firminy en un día lluvioso. Fue un momento único ver allí realizado y poderoso el volumen tantas veces imaginado. El concreto limpio, resultado hoy de técnicas más depuradas, tiene una apariencia marmórea que realza la capacidad poética de este material. Las superficies exteriores diseñadas por Oubrerie logran realzar la presencia del “cono” superior, que se posa sobre la estructura donde ahora funciona una dependencia del Museo de Arte Moderno de la ciudad.

Una gran puerta metálica policromada plegable, diseño de Oubrerie, se abre al interior desde un pequeño atrio cubierto que da la “escala humana” (el 2.26 m, de altura en su cornisa). La capilla dedicada a la Virgen está a la derecha al inicio del plano inclinado que sube a las graderías de los bancos en recorrido semicircular pasando junto al altar mayor, que en el interior umbroso es protagonista inmediato como centro de esa perspectiva. Detrás de él, en la pared posterior que asciende inclinada hacia la asamblea, Oubrerie hizo perforaciones siguiendo la constelación de Orión y en las mañanas la luz hace grafismos sobre el recinto. Una suerte de grieta perimetral en el volumen cónico, cinturón de luz teñido por las superficies coloreadas que lo definen, complementa a la altura de vista, ya subiendo a la asamblea, la luz cenital que penetra por dos huecos en el techo, uno cuadrado y otro circular, junto a otro también cuadrado en la cara poniente, que se prolongan al exterior como volúmenes prismáticos. El “sentido de lo sagrado” de Corbu, se intuye en este lugar. Y el misterio cristiano, tal como en sus otras obras, recibe un homenaje, revive la memoria, es evocación. La arquitectura, escribió Le Corbusier “es un hecho del Arte, un fenómeno de emoción, fuera de cuestiones de construcción. Más allá…” Un modo de pensar la arquitectura que inició una tradición tiene aquí un nuevo ejemplo. Eso basta.

La Iglesia de Firminy recién terminada

El interior

El color siempre