ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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Oscar Tenreiro / 9 de Febrero 2009

1) En los barrios caraqueños estos diez años han traído cambios en lo que los sociólogos llaman las “redes sociales”. En ese terreno, se ha hecho presente un activismo político de Estado que funciona a través de grupos organizados y se institucionaliza en los Consejos Comunales. Se trata de establecer mecanismos de participación ciudadana. El mundo de vinculaciones que se ha creado en este nivel motiva a una gran parte de las personas que genuinamente creen en un cambio de los modos de proceder desde lo público.

Pero estos grupos, estas redes, han sido fundamentalmente instrumentos para el control político, la “revolución” para triunfar, necesita crear una estructura rígida de control popular. Toda la perorata revolucionaria y socialista es tan distante de la realidad económica del país que el control político es lo único que importa. Y El Caudillo hace realidad a la revolución con palabras y desplantes. Los enclaves de “producción socialista” que se han creado son precarios e ineficaces. En el país impera en realidad un capitalismo salvaje sostenido por dólares petroleros y un aumento del consumo de importaciones. La contradicción no puede ser más evidente. Pero eso lo logra ocultar el influjo caudillista. Las redes de la revolución son redes electorales personalistas. La organización social ha sido una mentira mas. Las redes “populares” no han servido para mejorar la calidad de vida. La retórica a partir de ellas ha hecho olvidar asuntos claves. Son instituciones desmanteladas en su origen.

2) Se ha olvidado por ejemplo que para cualquier acción seria en los barrios de Caracas es necesario crear opciones de nuevas viviendas en las periferias de la ciudad que suplan una parte de las necesidades creadas por las erradicaciones de áreas inestables o la necesidad de ganancia de espacio público.

Pero una vivienda digna debe tener buena accesibilidad y en Caracas las condiciones del transporte público centro-periferia no han mejorado. Y no se conoce un plan serio para mejorarlas. Sólo ahora, a los diez años de llegar al Poder se hace el proyecto del tren Guarenas-Guatire. De los sistemas complementarios Metro de Los Teques o el Tren de Charallave nada se anuncia. La Panamericana sigue siendo una vía congestionada e ineficiente. No hay planes para una mejor conexión de la Autopista Regional del Centro con la red vial de Caracas. De la Circunvalación Sur nada se sabe. El Litoral y sus vínculos a Caracas no figuran en plan alguno. En toda una década no se ha creado una Institución que se ocupe del gravísimo problema del transporte en la capital.

3) No ha habido tampoco una política de inserción de arquitectura institucional como instrumento de mejoramiento del barrio, si exceptuamos el caso de La Vega. Y los módulos de “barrio adentro” son un chiste malo. Por el contrario, han sido las alcaldías de la disidencia las que mejores experiencias han tenido en este tema.

El programa integral de mejoramiento de barrios propuesto para todo el país por Federico Villanueva y Josefina Baldó en el tiempo que estuvieron en el Conavi, prometedor y serio, fue abandonado abrupta y desconsideradamente. Y nada lo ha sustituido. No hay, luego de una década, un organismo que financie o impulse esta modalidad de acción

4) En el campo de la vivienda, no se ha hablado nunca de modo sistemático sobre planes para la Gran Caracas. La “ciudad socialista” anunciada con orgullo es hoy, según los chismes, una especie de “cangrejo” que no hay modo razonable de sacar a flote. Y el Ministerio de la Vivienda produce generalizaciones que sorprenden por lo elementales. Se anuncian cifras para el futuro pero se omite el fracaso del pasado. En la década transcurrida, Guarenas-Guatire y El Tuy han sido objeto de planes inconexos entre sí, algunos de cierta magnitud, pero no ha habido ningún plan integral con plazos e inversiones. Da la impresión de que la vivienda del país entero se maneja a través de un puñado de arquitectos de buena voluntad pero cercados por una visión estrecha que no busca en el talento “hacia fuera” repitiendo lo típico de un pasado que ahora se revive maquillado. Una mediocridad sustituida por otra. Ese Ministerio no es una institución, es un enclave político.

5) La posibilidad de impulsar Proyectos Urbanos en Caracas ha estado fuera de los planes del Poder Central. El llamado Taller Caracas de la Alcaldía Mayor dejó un dudoso rastro que aún se investiga. Ni siquiera con La Carlota ha habido coherencia y sólo se sabe que parece haberse creado un “Taller” encargado del tema. Así, encerrados entre paredes políticas” arquitectos de mayor o menor experiencia “parirán” La Carlota.

La Alcaldía Mayor, que podría ser una entidad promotora de estos Proyectos se boicotea, se persigue eliminarla.

6) Esa falta de conciencia sobre las obligaciones que impone la urbanización se ha convertido en la identidad del régimen en una década.

Y esa omisión es el resultado de la insistente tarea de desmantelar las instituciones en función del culto a la personalidad como único hilo conductor de la acción del Estado venezolano. Lo que se hace fuera de esa fuerza gravitatoria perversa es lo secundario, lo rutinario, pero la verdadera voluntad política de toda la estructura estatal nace de los designios del Caudillo. Los funcionarios actúan o no escudándose en su fidelidad al Jefe.

Esa situación no puede continuar. La obsesión de Poder de un hombre ha sido la causa de una década perdida para la arquitectura y la ciudad. Perdida para un cambio hacia adelante. Por eso, si reflexionamos, tenemos obligación de decir NO.

No haremos mejor ciudad si no seguimos diciendo NO