ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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Oscar Tenreiro / 22 Agosto 2010

Esto de la «morgue de Bello Monte» es en realidad uno de los asuntos más vergonzosos de la historia de nuestra capital. En primer lugar ese sitio no merece el nombre de morgue, porque se trata simplemente de una casa remodelada, en la que la entrada a los garages es el acceso de los cadáveres, la cocina y sus anexos las salas de autopsia, el estar la recepción y los dormitorios (me imagino, nunca he llegado hasta allí) las oficinas. Todo improvisación, todo un buen muestrario de la lacra populista de nuestro país. Una casa confiscada hace cincuenta años a un mandatario perezjimenista (no sé quien era) ha servido de morgue a una ciudad que en ese tiempo ha triplicado su población.

¿Que cómo es posible, se pregunta usted? Y le respondo: esta ciudad ha sufrido cinco décadas de ceguera frente a sus problemas reales. En lo personal, creo que no había cumplido los treinta años cuando oí por primera vez de las intenciones de construir una morgue. Pero, gran problema, no había un terreno. No, el Estado venezolano beneficiario de miles de millones de dólares no tenía «plata» para comprar un terreno. Expropiar para construir un servicio necesario era una especie de pecado mortal en tiempos de la Cuarta. Y además, con la puja AD-Copei y gobernadores dependientes del Presidente no había política posible de largo plazo. «Mucha complicación» era la respuesta.

Pero apareció el Metro y su departamento legal para expropiaciones a cargo de una conocida abogada adeca. Se comenzó a expropiar con éxito y surgió la opción facilista: que expropie el Metro. Y el Metro no quería expropiar sino para sus fines, como es lógico. Entonces la presión desesperada de esa especie de misionero de la morgue que fue por décadas el Dr. Jack Castro, su Jefe por muchos años, persona a la que habría que condecorar y homenajear por su entrega y su abnegación, se respondía con «remodelaciones», esa palabreja que junto con «recuperaciones» es propiedad del populismo. No había terreno.

¿Donde construir?

Por supuesto que podría haber habido terreno, Para cosas menos importantes lo hubo. Cosas que prefiero no nombrar por ahora, hechas como caja negra, sin rendir cuentas. Para las que hubo dinero, pero no visión de una ciudad posible en términos físicos. No de normativas o «planes estratégicos», sino de su construcción.

Ese ha sido siempre el problema de Caracas. No hay una visión de conjunto sobre ella. Porque construir una morgue no es un asunto sencillo. Tal vez serían varias morgues en la Gran Caracas, con una de ellas como centro. Debe tener buena accesibilidad. Las particularidades de una ciudad con poco espacio disponible podría exigir un desarrollo vertical. Y muchas cosas más. Su construcción en una ciudad congestionada y sin espacios disponibles exigirá su incorporación a un proyecto más amplio de ganancia de espacio público. Un proyecto urbano localizado podría decirse, criterio que debe imponerse en todo esfuerzo de arquitectura institucional en esta capital.

Eso era tarea de un gobierno con vocación de cambio y todo el Poder en la mano. Pero el Jefe y su camarilla se atragantaron con la revolución. Un enfoque así no era tan revolucionario como tolerar y apoyar bandas armadas, «organizar al pueblo» y asalariar adhesiones. Y hablar bolserías, claro. Ese fue el caso del Alcalde Mayor con sobrepeso, que contando con una Ley de expropiaciones expedita la usó para comprar edificios invadidos por rojo-rojitos, desperdigados por la ciudad. Botó el dinero hasta límites obscenos y como es «amigo» allí está, tranquilo, de bajo perfil, esperando volver.

El es uno de los responsables del horror actual de la morgue. Y lo es el Gran Jefe con su absurda expropiación «ideológica» del Sambil, de más de cincuenta millones de dólares y toda su locura sin dirección. Y la Autoridad Única, que ya estará buscando arquitectos para hacer unos dibujitos sobre una nueva morgue. No El Nacional por publicar una foto que ha tenido papel demostrativo ejemplar.

La lección a aprender.

Aprendamos de este episodio. Concejales metropolitanos de oposición: absténganse de andar proponiendo soluciones por televisión. Ya basta de actitudes populistas. Llegar al Poder impone la obligación de darle a la ciudad lo que ella exige empleando a plenitud los recursos profesionales y financieros disponibles. No usarlo para inventar una realidad a base de palabras y legislación moralista y paralizante como se ha hecho en los últimos once años. Ni improvisando soluciones para impactar. Es convocar al conocimiento en primer lugar. Repito una vez más lo que Claudius Petit el Ministro francés ( 1907-1989), pronunció en Caracas hace veinticinco años: «Todo proyecto político se expresa en el dominio de lo construido» Una intención política renovadora tiene que transformar el entorno urbano. Una nueva Asamblea Nacional debe abrir caminos legales para el financiamiento y el ordenamiento de un enorme proceso de construcción de la ciudad y sus instituciones en términos de proyecto colectivo de transformación.

Para eso necesitamos un plan a largo plazo forjado en el acuerdo político que debe ser impulsado por los candidatos democráticos. Por allí pasa la búsqueda de salidas para una sociedad confiscada por la improvisación. ¿Se ha entendido?

Hay muchos más capítulos como el de la morgue. Una foto escalofriante sería la de una cárcel luego de alguna de las frecuentísimas riñas colectivas. Lo que mostró CNN de un herido grave transportado por escaleras fue terrible. ¿Y las escuelas cayéndose por todo el país, hornos de niños y maestros? Todos vivimos cosas que nos dan vergüenza. No risa, como al patiquín revolucionario.

Vivimos una inmensa hipocresía. Lo que ha pasado a raíz de la foto de la morgue es apenas una pequeña muestra.

¿Censuraron a Rembrandt en el siglo 17 ?