ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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El colega Carlos Pita me envía desde La Coruña este texto del escritor portugués Valter Hugo Mãe. Como en ese momento me encontraba escribiendo algunas cosas sobre Nelson Mandela, lo he traducido para incluirlo hoy como preámbulo.

La Memoria
Nelson Mandela está por perder la memoria y no va a recordarse nunca más de que es un hombre sagrado. Morirá anónimo para sí mismo, indiferente al mundo y a cuanto ayudó a cada uno de nosotros. Desconocerá cuan perseverante fue, cómo conquistó la lucidez, no sabrá de su inteligencia superior o de la magnitud de su belleza.

Leo la noticia mientras atravieso una extensa sala del Casino de Macao*. La alfombra decorada con flores engaña al piso. Piensa que el piso es perfumado, que vive de alguna forma, que sueña. Reposan en él las mesas y las sillas donde hombres obstinados actúan automáticamente, como máquinas de dar y recoger fichas. Ausentes. Sin nada dentro. Pienso que estoy en un lugar con cuerpos sin nada dentro y que Nelson Mandela quedará así, una máquina de sí mismo sólo para respirar durante un tiempo, hasta no respirar.

Me faltaba conmoverme en Macao, siendo verdad que me conmuevo en todas partes. Quité los ojos del jardín del piso para imaginarme que el jardín se levantaba y ponía al mundo bonito para que mi tristeza fuese ayudada por la sensibilidad que nos inspiran las cosas bonitas, las cosas vivas. Quería que la vida aparente se hiciera efectiva. Que la vida fuese inventada por un dibujo, que se creara por semejanza.

Todavía tenemos las más absurdas preconcepciones. Todavía somos primarios en el respeto y la aceptación. Somos horribles en las diferencias, los diferentes, sin entender que para hacernos iguales disfrazamos todo, para parecer iguales. Estamos contra los gordos y los feos, los sensibles y las mujeres, estamos contra los negros, los amarillos y los rojos, los de ojos bizcos, los morenos, los muy blancos. las rubias, los niños, los funcionarios de McDonald. Estamos contra toda la gente. Alimentamos el asco.

Yo quería ser merecedor de Nelson Mandela. Quería que si algún día me hubiese visto, pudiera hallarme imperfecto sin tragedia. Apenas imperfecto y con mucha voluntad de llegar a donde él llegó: al lugar puro de sentir, de pensar. Al lugar puro de ser. Quien se objetiva por menos, piensa mal de la oportunidad de vivir.

Cuando las noticias lleguen a decir que Nelson Mandela ya no sabe quien es, tengamos la suerte de decirlo y de decírselo a toda la gente para siempre. Quien no tuvo la fortuna de saber acerca de Nelson Mandela tiene vacías las alforjas del alma. Tiene muchas menos hipótesis para engrandecerse a la altura de la increíble ocasión de existir. Pienso así, que son hombres como él los que señalan cuan increíble es existir. El resto puede ser sólo aparente. Un casino de flores falsas y gente perdida dentro de su propia coraza.

Valter Hugo Mãe
Escritor portugués. Premio José Saramago 2007
*Macao fue un protectorado portugués en territorio chino. Hoy tiene el mismo estatuto jurídico de Hong Kong.

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Llegar al Poder para comenzar de nuevo ha sido característico de nuestro proceso político porque la debilidad de las instituciones públicas y privadas venezolanas, diezmadas desde los tiempos de la Guerra de Independencia y asediadas siempre por la falta de continuidad de los poderes públicos, nunca tuvieron la fortaleza para garantizar que lo que se iniciaba pudiera terminarse o desarrollarse. Y con la discontinuidad estaba asociado el odio político que prescribía que lo que se interrumpía debía destruirse. Y en Suráfrica, en tiempos de la liberación de Mandela había mucho odio político y tensiones de todo orden. Era lógico entonces esperar del liberado, humillado por 27 años de prisión y enfrentado a un régimen represivo, una actitud análoga a la establecida en la tradición venezolana. Y no fue así.

Por eso su actitud es una enseñanza no sólo para nosotros sino para la humanidad en general. Y resalta además a partir de ella la idea de que en cualquier parte del mundo, no importa si es un país pequeño o grande, de poca o de mucha importancia, pueden aparecer personas con responsabilidad pública cuyo ejemplo se constituya en referencia universal.
Eso ha estado con demasiado frecuencia fuera de nuestro panorama cultural, para no decir de nuestro panorama político. Se han hecho las cosas de modo generalmente provinciano, sin visión de una responsabilidad moral más amplia, más humana.

El que haya sido así explica entre otras cosas el por qué el Ausente se entregó de modo absolutamente impúdico a toda clase de conductas, expresiones y arranques dirigidos exclusivamente a una audiencia cautiva local que nada importante podían trasmitir hacia afuera.

Hemos vivido en ese sentido una experiencia durante casi quince años inmensamente mediocre e irrelevante en términos culturales. Si no fuera porque estuvo acompañada siempre del dinero petrolero, no hubiera pasado de ser ante el mundo algo distinto a lo que fue el régimen de Idi Amin (1925-2003) dictador de Uganda entre 1971 y 1979: una curiosidad entre ridícula y patética.
Nada parecido a lo que ha sido la enseñanza de Nelson Mandela.

Y lo que digo no implica que no seamos capaces de producir ejemplos válidos universalmente. Uno de ellos sería sin duda que pese al enorme peso del Estado, el adoctrinamiento en todos los niveles y el abuso de Poder que ha caracterizado al Régimen instaurado por El Ausente, lo derrotemos democráticamente el próximo 14 de Abril. Y pacíficamente, por encima de todas las agresiones, insultos y bravuconerías de la Camarilla.

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Si quienes siguen siendo simpatizantes del Régimen del Ausente no se han dado cuenta que una Venezuela fundada en la división como criterio de acción política no es viable porque ninguna sociedad puede ser dividida artificialmente de modo permanente, es porque resolvieron ser parte de una secta, no porque sean seguidores de un pensamiento. Porque una visión de la realidad venezolana fundada en el principio de «dividir para reinar» es un no-pensamiento, por lo alejado de una mínima comprensión de lo que somos y hemos sido.

Una sociedad como la nuestra no podrá nunca avanzar desde un esquema político establecido en la división. Será necesario desde luego diferenciar políticas y darle entrada a dirigencias capaces de representar modos de actuar específicos, pero nunca tendrá sentido que esas diferencias se planteen en términos de buenos y malos. Ese fue el peor problema de la vieja democracia que terminó siendo usurpada por el Régimen instaurado por el fallecido: las diferencias fueron planteadas artificialmente en términos extremos y se cerró el paso a las nuevas dirigencias. Es de esperar ahora que hayamos aprendido de esos casi quince años que tienen todo el aspecto de una pesadilla. Pesadilla de la cual muchos, muchísimos, se han beneficiado. Que es favorecida también por mucha gente, tal como ha ocurrido en el mundo con regímenes similares. Pero pesadilla al fin.

Está en nuestras manos despertar de ella.

Recomendación final a los lectores no venezolanos o residentes fuera: Pongan «el pajarito de Maduro-Venezuela» por Internet. Entenderán mejor la foto.

CONTRAFIGURA Y VIOLENCIA
(Publicado en el diario TalCual de Caracas, el 6 de Abril de 2013)
Oscar Tenreiro

No sé de Nelson Mandela más de lo que casi todo el mundo sabe.
Pero agrego dos cosas. Una, que Fidel Castro quiso convertirlo en su símbolo mientras Mandela estaba en prisión, y así su nombre y su tragedia fue tema de la propaganda cubana hasta su liberación en 1990. Castro le concedió poco después, en 1992, la Orden Nacional José Martí, y dejó de hablar de él cuando vio que se distanciaba del totalitarismo y la represión.

La otra tiene que ver con mi impresión cuando visité Suráfrica hace unos años. Mandela, como hombre de reconciliación y acuerdo entre todos los grupos sociales, es un Líder querido por todos, rodeado de un enorme respeto que ha sido clave para la solución de muchos de los problemas derivados de las tensiones y la estela de odio que dejó un régimen político opresivo. Su ejemplo moral trascendió a su país y se proyectó hacia el mundo.

Y hablo de Mandela, hoy en estado grave de salud, porque su historia personal debería hacernos reflexionar mucho a los venezolanos.
Porque Mandela salió de prisión con todo el derecho moral o ideológico, apoyado en su condición de líder de una mayoría aplastante, para arrasar con el sistema político imperante, alimentando la utopía de un Estado nuevo nacido de las cenizas del que lo había privado de su libertad durante un cuarto de siglo. Y escoge sin embargo el camino de la reconciliación, entiende que esa es la única posibilidad de construir un destino político estable. Y logra entonces el milagro de un cambio político profundo, radical, sin agitar odios o proponer ajustes de cuentas. Y su figura, en virtud de ese sorprendente coraje y la carga moral que lo acompaña, se agigantó hasta convertirlo en una figura universal.

Contrafigura
Es un trayecto político y moral radicalmente opuesto al de nuestro Ausente. Aquí, nuestra contrafigura usó el ropaje del amor y sacrificio por los humildes, para, desconociendo nuestra diversidad, asumir su tarea redentora como una constante prédica de división y odio hacia el adversario. Se apoyó además en un festín de dádivas (minucias para los dólares petroleros) para captar adeptos y sostenerse en el Poder mientras su Régimen distribuía riqueza fácil a toda suerte de privilegiados mediante contratos, comisiones y prebendas.

Así que podría decirse que el núcleo ideológico central de su movimiento político es administrativo, porque se centró en la dádiva financiada con petróleo pagado por los países ricos desdeñando el verdadero avance social: el estímulo a nuestra débil tradición productiva. Trajinó los símbolos del populismo latinoamericano y se empeñó en construir un sistema jurídico revolucionario. Su personalidad seductora y su apego a las viejas consignas de la izquierda lo hicieron luz y guía de revolucionarios otoñales y antisistema de aquí y de afuera, todo ayudado por la cesta de regalos del excedente de riquezas rentistas.

¿Qué deja aparte de lemas de redención y amor al pueblo, mar de palabras inocuas frente a la crisis económica que acecha? Empresas socialistas fracasadas o en crisis; tierras expropiadas e improductivas; una catarata de leyes represivas (de alquileres, de venta de carros, de precio justo, etc. ) carentes de toda lógica económica; una organización popular (Juntas, Comités, Comunas) ya asaltada por la corrupción, que por excluyente y tutelada exige un contexto totalitario. Y el sentimentalismo acompañado de lágrimas públicas para captar las simpatías del pueblo que creyó en un hombre, el hasta siempre comandante y pajaritos enviados desde el más allá.

Pero no es posible olvidar que nos deja también la violencia política. Resumida en aquel arranque en televisión nacional: A esos estudiantes me les echan gas del bueno, gritó.

Violencia política y criminal
¿Puede la violencia política generar violencia criminal? Sí, desde luego, cuando se institucionaliza, cuando forma parte de una política de Estado. En primer lugar porque el que ejerce la violencia política es un criminal, y en este caso un criminal protegido. Y porque cuando se promueve la violencia política como medio de conservar el Poder no hay forma de ponerle límites. Sólo sería posible hacerlo al alcanzar el Poder Totalitario. Mientras tanto se expresa sin control.

Por eso es posible decir sin eufemismos que una buena parte de la violencia criminal en la Venezuela de hoy es producto de la violencia política que ha caracterizado a la «revolución bolivariana» y cuyo principal impulsador fue el Ausente. Baste el ejemplo de los colectivos armados y violentos que ha patrocinado el Régimen, entre ellos los muy conocidos «La Piedrita», en el barrio 23 de Enero de Caracas, o «Alexis Vive» y el «M28» que actúan en la Universidad Central de Venezuela, practicantes de la más evidente violencia armada, incluidos actos de terrorismo que nunca han sido investigados. Se justifican por su fidelidad revolucionaria, calificada por ellos mismos. Se les permite armarse incluyendo la posesión de bombas lacrimógenas y se supone reciben apoyo económico que por supuesto dista del que reciben los privilegiados del Régimen. ¿Cómo evitar entonces que para completarse traspasen las fronteras hacia el crimen, el secuestro, el tráfico de drogas, tal como ocurre en los mismos cuerpos policiales, mucho más controlados?

Y este vínculo entre Poder y crimen llega hasta las cárceles. Ponga usted en Internet «discoteca en las cárceles venezolanas», y verá.
Mucha de la violencia criminal que sufrimos es pues, sin duda, una herencia política. Y está muy claro para la pequeña y gran historia que ella ha sido parte importante del modo de proceder del Régimen. ¿Acaso el heredero ha cambiado ese esquema o ha dado señales diferentes? ¿No basta oír los insultos y amenazas de los miembros de la camarilla?

¿Cual será el mensaje?

¿Cual será el mensaje?