ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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Oscar Tenreiro

Incluyo aquí la carta-telegrama que envió Rafael Arévalo Gonzalez el 25 de Febrero de 1928 al dictador Juan Vicente Gómez pidiéndole la libertad de los estudiantes universitarios presos en el Castillo de San Carlos de Puerto Cabello. Algunos la habrán llamado ingenuidad; creo que es más bien como dije al comienzo de estas reflexiones, un espejo en el cual el tirano vio reflejado su cinismo. Y descargó su ira enviándolo a prisión y acelerando su muerte.
Mencioné esta carta en la segunda entrada sobre Arévalo González. el pasado 31 de Enero

Las Memorias de Arévalo González permiten conocerlo mejor. Ayudan a clarificar su conducta y acercarse a su pensamiento. Por estar inconclusas sin embargo, dejan en suspenso muchas cosas y dan la sensación de cierto desorden que incomoda la lectura. La edición de 1976 que tuve a mi alcance y he comentado, da la impresión de haber sido llevada a imprenta con cierto apresuramiento porque el texto está en un solo bloque, sin separación de párrafos según temas y con no pocas repeticiones, con el agravante de que no siguen una sucesión cronológica clara. Por momentos uno se pierde entre los episodios que se narran. Defectos que llevaron a la realización en los años noventa de una segunda edición financiada por la Fundación Ricardo Zuloaga y dirigida por Luis Enrique Alcalá. No me fue posible tener acceso a un ejemplar de esta edición, pero por Internet puede llegarse a una versión enpdfcuya lectura recomiendo a pesar de los problemas ya mencionados, superados los relativos a la organización del texto http://revistasic.gumilla.org/wp-content/uploads/2015/06/Memorias-R.-Arévalo-G.pdf. No puede decirse que se trata de una pieza literaria con especiales méritos, pero sí revelan un deseo de comunicación asumido con mucha sinceridad que ayuda a situar a Arévalo en su contexto y penetrar sus intenciones a la vez que sus limitaciones. Todo lo cual sumado a la espontaneidad de la narración tiene la virtud de vincularnos directamente a la persona que escribe, reproduciendo el siempre presente milagro de la palabra impresa: hacernos compañeros, distantes o próximos, del autor. Fueron escritas, como ya he mencionado, un par de años antes de su muerte, lo cual se muestra en los párrafos dedicados a las omisiones de la sociedad venezolana de entonces respecto a la situación del país bajo Gómez.

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Rafael Arévalo González, probablemente antes de su tercera prisión gomecista.

Elisa Bernal, esposa de Rafael Arévalo González (esta foto y la anterior son tomadas de la biografía de Arévalo por Mariela Arvelo)

Y al decir que las Memorias no son una pieza literaria se puede entender parcialmente la distancia que los historiadores de la cultura han tomado respecto a Arévalo González. En primer lugar, por sus imperfecciones literarias, que en algunas partes le da al texto un tono como de relato doméstico, imperfecciones sin embargo muy explicables si tomamos en cuenta las circunstancias en las cuales las escribió, recién salido de una nueva y última prisión, pobre y casi menesteroso, la salud afectada, marcado por la impresión de que el régimen dictatorial, usando sus mismas palabras, parecía eterno. Eran apuntes que esperaban una revisión que la enfermedad terminal hizo imposible.

Aparte de eso están los comentarios que han llegado hasta nosotros sobre las novelas que siendo muy joven escribió –Escombros (1892) y Maldita Juventud (1904)–ambas publicadas por él mismoy la primera vendida enteramente según él lo dice en las Memorias [1], comentarios que no son favorables y podrían considerarse negativos[2]. Y es que puede decirse con la información que existe, que Arévalo, seguramente por ausencia de suficiente espíritu crítico, específicamente literario, cometió el error de abordar el género de la novela –­tan complejo, tan difícil– desde una perspectiva excesivamente pedagógica, persiguiendo un objetivo que podríamos llamar moral en el caso de Maldita Juventud, y ético-político –siempre su preocupación– en Escombros, ambos objetivos en verdad abiertamente ideológicos, como incluso el título de cada novela lo sugiere. Escribió la primera cuando apenas tenía veintiséis años en tiempos del presidente Raimundo Andueza Palacio cuyos afanes continuistas combatió –según él, dejó a Venezuela en escombros [3]– y la segunda a los treinta y ocho años, en La Rotunda en condiciones muy adversas a raíz de su experiencia al ser hospitalizado, llevado desde la prisión al Hospital Vargas de Caracas[4]por padecer escarlatina. En el hospital, escribe Arévalo,…había visto…de cerca en el salón de sifilíticos, donde sin serlo fui alojado… las manifestaciones externas de esa terrible enfermedad. Tuvo además el proyecto –que interrumpió– de escribir otra novela con el título Quien siembra vientos, a fines de 1923, recién hecho preso como sospechoso (¡!) de haber participado en la conjura que llegó hasta el asesinato de Juan Crisóstomo (Juancho) Gómez, hermano del dictador, asesinato nunca aclarado totalmente, uno de los incidentes más confusos de la política venezolana, muy propio de la oscuridad del autoritarismo. También Arévalo González escribió un libro, Apuntaciones Históricas [5],que se publicó por capítulos en Atenas [6] la revista literaria que fundó y sobre la cual me extenderé un poco. En la versión como libro, publicada en 1913, agregó un cierto número de ensayos[7]. Sobre este libro no existen, que hayan llegado hasta hoy, comentarios que alienten su lectura. Agreguemos a estos aportes literarios la publicación en 1933[8]recién salido de su última prisión en La Rotunda, de su traducción del inglés –aprendió el idioma como autodidacta– hecha durante su tiempo de cárcel, de la novela de corte policíaco Aventuras de un ex-presidiario del muy prolífico escritor británico (una especie de antecesor del belga Georges Simenon (1903-1989), escritor al por mayor, de centenares de novelas de misterio) Edward Phillips Oppenheim (1866-1946) https://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Phillips_Oppenheim un hecho cultural sin duda alguna, que si podía ser visto con menosprecio en el mundillo de los apóstoles caraqueños del modernismo [9]literario á la Ruben Darío, era de importancia en un medio tan limitado culturalmente, tan estrecho e inseguro. Pues bien, nada se menciona sobre esto en los recuentos históricos.

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Y porque tiene importancia especial dada su conexión con las inquietudes culturales del momento –lo que queremos destacar– es esencial decir que Arévalo González funda en 1908 una revista literaria, Atenas, que después se transformó en 1915, en Revista de Ciencia y Arte, en la cual colaboraron, especialmente poco después de su aparición, importantes figuras de la intelligentsia literaria venezolana. Atenas era quincenal y deja de publicarse en 1921 poco después de la muerte de Elisa su esposa, quien la administraba y de las ventas directas o por suscripción podía obtener algún sustento para ella y sus numerosos hijos durante las prisiones de su esposo. Estuvo publicándose durante doce años hasta 1921 con una interrupción de un año durante 1909[10], persistencia en el tiempo que no es nada desdeñable. Con la interrupción en 1915 de la publicación de la muy reconocida revista literaria, políticamente neutral, El Cojo Ilustrado, fundada en 1892, queda Atenas como única revista cultural en Caracas. En el primer número hay un texto titulado Propósitos[11]que define las intenciones de la revista: Sí; aspiramos a que los hombres de ciencias y de artes, vean en esta publicación un mensajero de vastos alcances, capaz de esparcir por toda la República y aún más allá de las fronteras, cuanto conciban…y puedan expresar sus plumas para apresurar el progreso moral y material de Venezuela…Y luego menciona a los colaboradores, entre los cuales hay nombres que habrían de sonar mucho, entre otras razones porque se los vincula con el mundo cultural –literario– de más alto nivel de entonces: Rufino Blanco Fombona, Pedro Emilio Coll, Esteban Gil Borges, Manuel Díaz Rodríguez, Andrés Mata, Santiago Key Ayala, Francisco Pimentel y Luis Manuel Urbaneja Achelpohl.  Atenas estuvo activa durante mucho más tiempo que la revista Cosmópolis, muy mencionada en los recuentos sobre literatura porque se le atribuye la introducción del modernismo en Venezuela: nombrarla a propósito de la renovación literaria venezolana es casi un lugar común. Y Cosmópolis fue fundada en 1894 –duró sólo hasta el año siguiente–precisamente por dos de quienes Arévalo cita como colaboradores de Atenas: Pedro Emilio Coll y Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, además de Pedro César Dominici. Es obvio asumir que una persona tan celosa de su proceder como Arévalo González tuvo contacto personal con cada uno de los nombrados para pedirles que lo acompañaran. Y si entre los colaboradores figuran dos de los responsables de haber fundado 15 años antes una revista literaria promotora según los comentaristas de un movimiento literario, puede concluirse en que la figura de Arévalo tenía capacidad de convocatoria entre los más exigentes ¿No es este hecho suficiente para que Atenas –y su fundador– no se hayan evaporado de los recuentos histórico-literarios al uso?

Portada de El Cojo Ilustrado, de 1905.

Reproducción tomada de la Biografía de Arévalo González escrita por Mariela Arvelo

Pedro Emilio Coll (Internet)

Manuel Díaz Rodríguez. En sus Memorias Arévalo González dice que Díaz Rodríguez estaba siempre en actitud «dar lecciones» Tal como en esta foto.

Francisco Pimentel (Job Pim)

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El clima político en el cual Arévalo decide fundar la revista era de optimismo y confianza en que se estaba iniciando una etapa más alentadora: se salía de una dictadura que, a pesar de la estima que le tienen los anti-imperialistas acartonados y esquemáticos a causa del famoso incidente de la deuda externa[12], era vista en general como un yugo autoritario personalista y corrupto que cesaba con la toma del poder por Gómez, quien por su parte daba espacio para pensar que establecería las bases de un ejercicio democrático. Era un momento pues de prudente confianza; y en los editoriales que redactaba para El Pregonero y que Arévalo comenta en sus Memorias  se puede notar que le daba al nuevo gobierno el beneficio de la duda.

Pero las expectativas de Arévalo González con la revista y su relación con la intelligentsia de entonces iban a cambiar. Todos los colaboradores que mencionó[13]en ese número introductorio de Atenas, con la única excepción de Urbaneja Achelpohl quien parece ser que se ubicaba al margen de la política, es decir, era un indiferente o más bien cuidaba sus espaldas y sus intereses; todos esos colaboradores digo, en los años que habrían de seguir, de una forma u otra, se convirtieron en gomeros, como se les decía en la Venezuela de entonces a los participantes cercanos o lejanos, como funcionarios o como favorecidos, de la longeva dictadura de Juan Vicente Gómez. Compruebo con estupor que sólo uno de los nombrados, Francisco Pimentel (1889-1942) (quien usó el seudónimo Job Pim como humorista), fue opositor abierto a la dictadura. Muchos se hicieron diplomáticos porque era usual ofrecerlos para ganar su silencio. Castro le ofreció cargos a Arévalo, entre los cuales cita en sus Memorias varios, dos de los cuales me parecen significativos por su importancia: el Consulado en Le Havre, Francia, y la Presidencia del Estado Zulia. Ambos los rechazó con argumentos que necesariamente lo marcaban. ¿Cuántos de los colaboradores iniciales de Atenas, luego sujetos de favores, iban a apoyar abiertamente la revista fundada y manejada por un adversario moral de primer orden de la dictadura gomecista? ¿Cuántos de entre ellos superarían el miedo de ser vistos en mala compañía [14]?

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Así habla Arévalo del miedo en sus Memorias poco antes de su muerte (Pág. 286):…tuvo mucha razón Pío Gil[15]cuando opinó que la gran enfermedad nacional es el miedo, y como una comprobación de lo que he dicho en diversas ocasiones; que no son los asalariados de la clase baja, sino los prohombres de la clase directiva los que tienen la culpa de que en Venezuela se hayan sucedido y arraigado, una tras otra, tantas tiranías. Cuando entre nosotros se habla del atraso de nuestra Patria …se añade que esto sucede porque nuestro pueblo no está preparado. Y en este caso se quiere expresar con el vocablo pueblo, no el conjunto de todos los habitantes, sino a los obreros, a los jornaleros, a los peones …Pero es el caso que en las muchas manifestaciones cívicas que en mi larga vida pública he presenciado no he visto hombres de pro, de los que usan frac, sino hijos del pueblo de los que usan blusa…Que nuestro pueblo no tiene la requerida preparación ciudadana; que no conoce ni sus derechos ni sus deberes y que por esto no podemos librarnos de los absolutismos; pero ¿no los conocen los Grisanti, los Arcayas. los Díaz Rodríguez, los Gil Fortoul, los Vallenilla Lanz, los Gil Borges, los Carlos Borges, los Andrés Mata, los Andrés Vegas, los Dominicis, los Pedro Emilio Coll, los Eloy González, los Fernández García, los Antonio Alamo y tantos y tantos (¡legión!) que con su prestigio científico, literario y social, han dado el mejor apoyo al despotismo horrendo y, al parecer, eterno de Juan Vicente Gómez?…Cuando Chocano[16]vino a Caracas dijo que, habiendo visto en torno de ese tirano a todos sus compañeros de El Cojo Ilustrado que eran la flor y nata de la intelectualidad venezolana, pensó que el gobierno que tenía Venezuela era lo mejor que podía tener, ¿Cómo pensar de otro modo? ¿Cómo admitir la prostitución moral de toda una generación de intelectuales? ¿Que no todos hemos nacido para mártires? ¿Que el espíritu de sacrificio no se da silvestre? ¿Y quien pretende tanto? Basta con que les hagan el vacío a los malos gobiernos. No se les exige que luchen hasta estrellarse; pero que siquiera se abstengan de poner sus luces, sus célebres nombres, y su prestigio social al servicio de gobiernos que deshonran cuando se los sirve.

 ¿No nos habla este lamento a los venezolanos de hoy?

[1]Pág 140 de la edición de 1977)

[2]En el Diccionario de Historia de Venezuela de la Fundación Polar, la entrada sobre Arévalo González, redactada por Roberto J. Lovera de Sola dice: Su obra propiamente literaria resulta discutible. Sus novelas …resultaron fallidas pues en ellas vertió, respectivamente, sus preocupaciones sobre la corrupción política durante el régimen de Raimundo Andueza Palacio y su angustia ante el contagio de las enfermedades venéreas; no son obras de imaginación pura sino trabajos en los cuales la creación está contaminada con las tesis que el autor sostiene en ellas

[3]¿No nos dice algo a  los venezolanos de hoy?

[4]Pág. 196 de las Memorias. Fue escrita en La Rotunda, durante la última prisión bajo Castro que sufrió Arévalo González. Con la fecha de publicación de la novela puede pensarse que Arévalo salió de la prisión en ese mismo año 1904. No hay otra fuente a la mano para deducirlo.

[5]Mariela Arvelo sugiere en su biografía que hay material para un segundo tomo de Apuntaciones Históricas.

[6]Atenas era quincenal y deja de publicarse en 1921 poco después de la muerte de Elisa Bernal de Arévalo quien la administraba y sobrevivía económicamente, con sus diez hijos, ayudada por las ventas directas y por suscripción.

[7]Consideraciones ingenuas, El ciudadano esclarecido, Réplica a un amarillo, y Contestación a Tavera Acosta- pág. 107 de la biografía de Mariela Arvelo

[8]Deduzco la oportunidad de publicación por una imagen de la portada del libro que aparece en la biografía de Mariela Arvelo  (pág. 106) con la fecha 1933.

[9]https://es.wikipedia.org/wiki/Modernismo_(literatura_en_español)

[10]Biografía de Mariela Arvelo Pág. 116

[11]Op, Cit. Pág. 114.

[12]Me refiero al famoso (en Latinoamerica) Bloqueo Naval a Venezuela https://es.wikipedia.org/wiki/Bloqueo_naval_a_Venezuela_de_1902-1903motivado por la negativa coyuntural de Cipriano Castro a pagar la deuda externa venezolana, que convirtió a Castro durante unos meses en un héroe nacional cuya figura se exaltó en el continente. Pasó de despreciable dictador que oprimió y trató a Venezuela como su propiedad, buen antecedente de Gómez, en un postizo líder de la dignidad tanto entonces como sobre todo para los historiadores marxistas del siglo-veinte pos-dictaduras-venezolanas, que le perdonan las peores cosas a quien se enfrente, aunque sea de mentirillas, al Imperio. A Castro el marxismo le perdona todo por la famosa proclama que comienza: La planta extranjera…tal como hoy en día perdonan la corrupción política y moral de la llamada revolución bolivariana porque se viste con el barniz anti -norteamericano.

[13]Mariela Arvelo sólo menciona algunos, los que transcribí; pero hay otros menos sonoros.

[14]En la pág. 284 de las Memorias, Arévalo narra el celo, hasta con explosiones de ira, del Dr. Carlos F. Grisanti, quien iba a tener importantes responsabilidades diplomáticas bajo Cipriano Castro, para que no vieran entrar a su casa, con la revista, al repartidor de Atenas. Con Gómez Grisanti hasta llegó a ser  Presidente del Congreso títere, en 1922.

[15]Pedro María Morantes (1865-1918), abogado, escritor y polemista político que se opuso personalmente a la dictadura de Cipriano Castro. Escribió al respecto dos libros, El Cabitoy Cuatro años de mi cartera, casi de carácter panfletario, que denunciaron la corrupción de ese Régimen y sobre todo de su máximo responsable.https://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_María_Morantes

[16]José Santos Chocano (1875-1934) poeta peruano conocido como «el cantor de América», según Wikipedia su vida fue rocambolesca y estuvo ligada a la de los dictadores y los caudillos latinoamericanos de su tiempo.