ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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Imagen destacada: La Carlota (un claro entre construcciones) es un espacio de enorme importancia para la ciudad.

Oscar Tenreiro / 29 Agosto 2007

Se propone una “urbanización de viviendas” para La Carlota sin que se haya mostrado nada parecido a un Plan Maestro que justifique esa intención.

Siendo la Carlota la reserva de espacio más importante para la ciudad en toda el Area Metropolitana, el que se proponga comenzar obras allí sin siquiera asomar la intención de hacer una amplia consulta ciudadana sobre el Plan General, es incomprensible. Podría pensarse que se evita la discusión porque ella puede estar signada por la polarización política que el país sufre o porque se sospecha que de ella puede surgir una paralización, pero uno tiene todas las razones para decir que es una improvisación gestada al calor de algún voluntarismo. Porque no podría nunca aceptarse que en nombre de cualquier ideología se pretenda intervenir un espacio que podría definir radicalmente la futura calidad de vida de una capital sin que haya una discusión previa sobre el papel que debe desempeñar ese espacio como moderador de las graves carencias que la ciudad tiene.

¿A quien puede perjudicar un procedimiento participativo para decidir sobre La Carlota? A nadie. El objetivo de desarrollar La Carlota no puede ser otro, repetimos, que el de aprovechar una oportunidad que se abre para la ciudad en virtud de la decisión, que siempre hemos considerado acertada, de eliminar el aeropuerto.

Y allí entramos en un mundo un poco escabroso.

Era obvio que la presión que ejercía el Aeroclub de Caracas cuando defendió la presencia del aeropuerto a lo largo de cuatro décadas desde que la decisión de cerrarlo -tomada por Pérez Jiménez en los cincuenta- fue revertida por la democracia, era producto de una visión parcial. En una ciudad con las carencias de espacios abiertos de Caracas mantener un aeropuerto con ese grado de centralidad parecía un asunto indefendible. Los argumentos que se dieron siempre para defender el aeropuerto eran acomodaticios. En tono frívolo se evocaba el espectáculo “de los avioncitos aterrizando los domingos en la tarde” como un argumento a favor. Se hablaba (y se sigue hablando) de su utilidad para “situaciones de emergencia” a partir de la vulnerabilidad de los accesos a Caracas sin decir que, en realidad, no difiere demasiado de la de otras grandes ciudades. Y hasta se llegó al absurdo de decir que se podía acondicionar un parque desde la pista hacia el Norte, dejando la de aeropuerto desde la pista hacia el Sur.

Para completar el cuadro, cuando más recientemente el Alcalde de Chacao Leopoldo López, hizo preparar un dibujo que mostraba viviendas ocupando la mayor parte del área disponible, incurrió en un error característico del juego político venezolano: responder a una ligereza con otra de signo contrario. Era una respuesta apresurada a la apresurada y absurda idea lanzada desde la Alcaldía Mayor de hacer viviendas en los campos de golf del Country Club.

Si bien es cierto que la frivolidad no llegó lejos, que la idea de las emergencias fue derrotada con la caída del viaducto y la rápida apertura de la trocha, que la propuesta absurda se cayó al nacer, y que, en general la resistencia del Aeroclub aunque comandada por prestigiosos profesionales no logró cambiar la decisión, se creó el precedente de que se hablaba sobre La Carlota, siempre, atendiendo a intereses particulares. Con la proposición de Leopoldo López se le dio legitimidad a la idea de que La Carlota era simplemente un terreno libre destinado a suplir demandas que dejaran en segundo plano las demandas esenciales de una ciudad capital. Y cuando Fruto Vivas hizo un rápido croquis señalando algunas “ideas” para ser realizadas en el valiosísimo espacio ahora disponible cedió a la misma tentación: responder con ligereza a un problema que debe ser examinado con toda la profundidad posible.

Todo lo anterior, es necesario reconocerlo, sentó precedentes basados en la falta de respaldo profesional de la discusión, que permiten que ahora se haga otra proposición apresurada que ya no es, ni resistencia al cambio, ni contrapropuesta, ni “inspiración” arquitectónica, sino impulso para responder a la enorme presión por vivienda asequible en el área metropolitana. El problema, el riesgo de ahora, está en que ese impulso se hace cometiendo el mismo error reaccionario: La Carlota es simplemente un “terreno libre”. A aprovecharlo llaman.

Se olvida que La Carlota es una oportunidad única para darle a la ciudad de Caracas los espacios públicos de los que carece. Cuando me ha correspondido proponer un posible criterio guía para su integración a la ciudad, me he referido a los espacios rituales, es decir aquellos destinados a celebraciones colectivas, así como también a los espacios para instituciones del mundo de la cultura: museos, bibliotecas, centros culturales, sin olvidar la posibilidad de servicios deportivos de práctica y de competencia. También he coincidido en lo que han dicho muchos: que la Carlota sea una prolongación del Parque del Este. Finalmente he recalcado la necesidad de que en la Carlota lo que se haga tenga un carácter sustentable, que los usos permitidos produzcan la rentabilidad que permita hacer el “gran parque activo” de la ciudad. La Carlota debe sostenerse a sí misma y no depender exclusivamente del presupuesto nacional, así como ha dependido el Parque del Oeste, eternamente incompleto. He tenido dudas sobre la idea de incluir vivienda porque considero que la vivienda es siempre proclive al deterioro. Y sobre todo la vivienda en planta baja. O la vivienda “zonificada” (hasta aquí vivienda, de aquí para allá otra cosa). En todo caso, jamás debe ser “una urbanización de viviendas”, debe ser un Proyecto Urbano complejo con mezcla de usos y predominando claramente el espacio abierto, la recreación pasiva, el verde. Este es un aspecto del asunto extremadamente delicado. No puede pasarse por alto.

Pero lo importante no es lo que yo piense o piense cualquiera, sino que cualquier cosa que allí se vaya a hacer, surja de una exploración de opciones abierta y democrática que permita escoger la mejor, que llame al mayor consenso y sobre todo aquella que preserve el valor espacial (en el sentido de espacios abiertos) de esta valiosísima reserva.

Exijamos todos que se haga realidad ante este importantísimo asunto el principio de la participación ciudadana.

ARQUITECTOS DE LA REVOLUCIÓN: UNÍOS

La cuestión es más simple de lo que parece: que los arquitectos (y urbanistas) amigos del Führer o cercanos al régimen despierten y hagan valer su amistad y sus cercanías para que la dictadura no siga haciendo, pura y simplemente, lo que le da la gana. Este no es un tema para que algún iluminado de la arquitectura venezolana sorprenda con ideas geniales que no lo son tanto. O de que los arquitectos venezolanos vayamos en vigilia con velas prendidas ante la vivienda del Gran Líder para pedirle que luego de despertar “autorice” a que La Carlota no sea pasto de la necedad.

Se trata de recuperar la dignidad democrática: La Carlota tiene que pensarse en función de la ciudad y no de los planes improvisados de una dependencia de gobierno. Tiene que discutirse un Plan Maestro, aprobarse con la venia de todos los ciudadanos.

Y yo le pregunto a esos arquitectos amigos y cercanos del Olimpo si van a seguir silenciosos, discretos, pensando en que tal vez harán alguna obra importante para la posteridad, antes de decir con claridad lo que todos ellos, como profesionales reputados y respetables saben: La Carlota es clave para Caracas.

Pregunto a Farruco Sesto, Jorge Castillo, Fruto Vivas, José Miguel Menéndez, Carlos Pou, Giberto Rodríguez, Lucas Pou, Fabiola Velasco, Elisenda Vila, Enrique Vila, Juan Pedro Posani, Raul Grioni … y muchos más que se me olvidan, que se expresen de manera clara en relación a La Carlota.

Yo sé muy bien que al régimen le importará poco lo que diga cualquiera que esté en la oposición política. Dirá que es un juguete del imperio, que es instrumento desestabilizador , que habla sesgadamente. Pero si se expresan claramente, acaso en conjunto, los que acabo de nombrar al hilo de la simple memoria, a lo mejor entrará en razón.

Y nuestro inmenso comandante despertará un día y, respondiendo a la comunicación del altísimo recibida en el sueño dirá: discútase sobre la Carlota.

Y todos los arquitectos y ciudadanos de Caracas seremos felices. Y los que he nombrado descansarán pensando en que respondieron a su deber.

Alabado sea el Señor.