ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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Oscar Tenreiro / 3 Ocutbre 07

Aristóbulo Istúriz, recién electo como Alcalde de Caracas habló muy duramente contra quienes viven de la política, que llamó “políticos profesionales”. Veia él en su elección una señal a favor de quienes hacen política para lograr avances concretos para la gente, versus quienes simplemente medran en un mundo de declaraciones y consideraciones en voz alta, en televisión o prensa, como alimentadores del juego político. En la misma medida en la que me gustaron esas declaraciones, me produce un profundo desagrado verlo hoy en el rol que criticaba, como vocero de las politiquerías del régimen cada vez que interviene públicamente, o como comentarista en un mediocre programa diario de VTV, dedicado a la adulación revolucionaria.

Tampoco puedo olvidar su comparecencia en VTV convocando a la gente a “defender a Miraflores” frente al posible asedio de una manifestación pública que se anunciaba para el día siguiente, la del 11 de Abril del 2003, contribuyendo así a la histeria que desembocó en los asesinatos de Puente Llaguno. Y después de ese día, desde los altos cargos que ha ocupado, se ha hecho voces de la versión oficial de lo que ese día ocurrió. Versión cargada de medias verdades o medias mentiras, como se prefiera.

Desde que lo ungió el Führer con su benevolencia poco antes del 2003, Istúriz se olvidó de la distancia crítica que tuvo al comienzo del régimen y se ha convertido en propagandista, aparentando entusiasmo, de todas las consignas “revolucionarias” del momento. Olvidando que esas consignas, como la de acusar a los que nos oponemos al régimen de ser lacayos del imperio y defensores de privilegios económicos, están dirigidas también a muchas de las personas que apoyamos su gestión de Alcalde y lo defendimos de los ataques interesados de la cadena De Armas, de las triquiñuelas de una oposición adeca que usó subterfugios innobles, y que lo acusó (contando con la “neutralidad” de Clodosvaldo Russian como Contralor Municipal) de una corrupción que nunca existió. Muestra clara de por donde iban las cosas en la Cuarta y anticipo de cómo van, aún peor, las cosas en la Quinta: mentiras acomodaticias en todas direcciones.

No me he arrepentido suficientemente de haber creado una organización de duración fugaz, Voto Afirmativo, que trató de promover el voto y derrotar la abstención, para lograr su reelección, teniéndome que enfrentar, por ejemplo, con la ambigüedad de José Vicente Rangel, quien no lo quiso apoyar, y una resistencia a su persona que me parecía (¿?) injustificada. Hasta me prodigué en elogios a su gestión y a su persona en un acto público en el Ateneo de Caracas en el cual fui invitado, por él mismo, a intervenir.

La historia de su búsqueda de reelección es conocida: no fue elegido y en su lugar quedó Antonio Ledezma, quien como se acostumbraba en la Cuarta, decidió “echar para atrás” todo lo que Aristóbulo había hecho. Para nuestra sorpresa, porque indudablemente Aristóbulo había hecho, o tratado de hacer, buenas cosas. Sólo nombro una, por ahora: los planes parroquiales para todo el Municipio Libertador, un conjunto de estudios de excelente calidad que proponían una nueva manera de regular el crecimiento urbano y sentaban las bases para un modo de asumir el desarrollo de la ciudad moderno y prometedor.

Pero Istúriz se desentendió de sus luchas como Alcalde. Se olvidó de los planes parroquiales, de lo que ocurría en Catuche, Agua China etc. esfuerzos de dignificación que mencionaba orgulloso cuando era Alcalde. No gastó un solo minuto en tratar de sacar adelante, o al menos de justificar, sus mejores proyectos. Los profesionales que los elaboraron se quedaron lamentándose de la ceguera de los nuevos usufructuarios del Poder, los sectores académicos que los habían apoyado se acoplaron a las prioridades del nuevo Alcalde y se repitió una vez más la mediocridad típica de la Cuarta República consistente en denostar de todo lo que antes se había tratado de hacer: era el juego político mezquino que sirvió de base a lo que hoy estamos sufriendo. Y nuestro personaje se comportaba como que si no fuera con él, su objetivo estaba en otra parte, la ciudad ya no era su problema.

De allí mi asombro al verlo como uno de los participantes en el interesante Foro de Defensa de la Ciudad que organiza la Facultad de Arquitectura de la UCV. Fue ponente en el tema “Caracas y la propuesta de Reforma Constitucional¨ y tuvo media hora de tiempo para su exposición.

Escribo esta nota antes de su intervención, pero no hay que ser muy perspicaz para saber lo que habrá dicho Aristóbulo. Será lo mismo que dijo en Venevisión el mismo miércoles en la mañana: generalidades sobre el “poder para el pueblo”, sobre su conocimiento de “las comunidades”, etc. Habrá dicho que la Reforma es buena, que es un avance del pueblo, que debemos estar felices los caraqueños. Sin que haya faltado algún elogio al Gran Conductor. Porque a Istúriz se lo tragó, como a muchos de sus compañeros políticos, el deseo de convertirse en factor de Poder del régimen actual. El hombre que decía preocuparse por la ciudad le dio paso al político profesional.

Por eso digo de manera enfática que si de defender la ciudad se trata, de lo primero que tiene que defenderse Caracas es de líderes como Aristóbulo Istúriz. Son “líderes¨ a los que la ciudad les importa muchísimo menos que sus carreras políticas. Personas que, habiendo pasado por una experiencia dirigente de la ciudad, no se les puede sacar ni una frase significativa que apunte a los verdaderos problemas de su crecimiento y desarrollo. Personajes que tuvieron poder para resolver algunos problemas (Istúriz y todos los demás Alcaldes del Municipio Libertador hasta la fecha), hoy no son capaces de elaborar ninguna posición coherente sobre lo que la capital necesita. Aparte del orden del día de la politiquería y alguna observación de interés periodístico.

Y una pregunta entonces a los que lo invitaron al Foro como expositor, dándole un rango que no se merece: ¿Cuál es la idea?

Y DE NUEVO LA CARLOTA

El Foro en Defensa de la Ciudad que termina mañana, debe pronunciarse sobre La Carlota. Entre los participantes en el Foro hay gentes que tienen acceso a niveles de Poder. Ya hemos hablado de lo poco que puede esperarse de Aristóbulo Istúriz, pero no pierdo las esperanzas de que Juan Pedro Posani, Director del Museo de Arquitectura, quien parece estar en desacuerdo con lo que el gobierno viene proponiendo, fije una posición política sobre este asunto.

Vale la pena recordar aquí una frase de Oriol Bohigas, el artífice de la transformación de Barcelona-España, que he citado muchas veces: “…hay una idea política de la ciudad que la tienen que dar los políticos, y además creo que cada partido la tiene que dar distinta. Porque no me imagino que la ciudad…sea pensada exactamente igual por los fascistas, por la derecha conservadora, por el centro izquierda o por los comunistas…” Nunca será lo mismo la ciudad concebida por este régimen, que la ciudad democrática. De allí nuestro reclamo insistente a que sinceren su posición, a los que hoy se pronuncian sobre Caracas desde un cargo publico. Y a los que estamos fuera del Poder, a que no olvidemos las implicaciones políticas de este debate.

En el caso de La Carlota hay dos decisiones políticas que tienen prioridad sobre todas las demás:

1) La de abandonar el uso de Aeropuerto. Si ésta no se toma, La Carlota no podrá ser objeto de un aprovechamiento integral.

2) La de elaborar un Plan Maestro y abrirlo a una discusión democrática. Un plan que incluya los criterios de sustentabilidad política y económica que lo soportan.

Si esos dos requisitos no se cumplen, resulta superficial y hasta frívolo usar La Carlota como pretexto para lanzar ideas más o menos interesantes, de carácter exploratorio, que pueden halagar algún ego pero que poco ayudarán a la lucidez del debate. He discutido esto informalmente con directivos del Instituto de Urbanismo de la UCV. Si he sido escuchado o no, es un tema diferente. Cada quien es responsable de su propia coherencia.

La zona intervenida en La Carlota, ayer Miércoles, claramente definida con muros que la separan de la pista. Se habla de viviendas para militares, que tendrían allí su “urbanización”.