ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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Oscar Tenreiro / 25 de Septiembre 2008

Oriol Bohigas no ha sido una persona de consenso. Ha sido polémico, tajante en sus puntos de vista, y ello le ha creado distancias. Pero siempre ha destacado como hombre de pensamiento, de convicciones respaldadas por su agudeza, por su claridad de ideas, su cultura y el dominio de una disciplina, la arquitectura (su oficina de arquitectura MBM Arquitectes, en sociedad con Josep Martorell y David Mc Kay es de las mejores de España y Europa), acompañada de una comprensión del tema urbano alejada de convencionalismos, de visiones académicas y sobre todo ajena al cúmulo de formalidades sobre métodos, diagnósticos etc. que a veces parece una carga muerta para el urbanismo tradicional. Si hay una idea expresada por él con la que me quedaría es la de que el urbanismo es ante todo una “propuesta de construcción”. Un punto de vista que contó en algún momento con la animosidad de los funcionarios, ya que por muchos años y por razones que es largo discutir aquí se hizo común entre urbanistas y administradores de la ciudad una desconfianza en la capacidad de la arquitectura de servir como instrumento de mejoramiento urbano. Se pensaba que las regulaciones por sí solas, la normativa, produciría los cambios necesarios. La ciudad sería el subproducto de las iniciativas privadas o públicas delimitadas por esa normativa.

Bohigas como renovador.

Pienso que uno de los aspectos más importantes de la participación de Bohigas en la política urbana fue modificar ese modo de ver las cosas. Creyó, para usar sus propias palabras: “que las ciudades no se controlan por los planes sino por los proyectos. Que los planes…de leyes abstractas…han dado algunos resultados, pero muy pocos. Que saber lo que hay que hacer urgentemente en la ciudad lo sabemos todos sin la necesidad de ningún plan…que la única manera de transformar la ciudad no es a través de un plan sistemático que entienda a la ciudad como un sistema sino a través de puntos expansivos de realización concreta con una voluntad o con unos resultados de expansión a partir de aquel punto, de aquel spot inicial…” Por todo ello, dice Bohigas, “cuando el alcalde me pidió que me hiciera cargo de la Dirección de Urbanismo de Barcelona, puse unas cuantas condiciones. La primera fue la de no trabajar por el sistema de Planificación sino por el de Proyectos Urbanos. Esto lo entendió, y entre otras cosas, se ha convertido en parte del programa del Partido Socialista de España…”.

Fue pues hace casi treinta años (su nombramiento como Delegado de Urbanismo fue en 1980) que este modo de ver la acción sobre la ciudad se convirtió en política del Ayuntamiento de Barcelona y sus muy positivos resultados comenzaron a verse muy poco tiempo después. Los comienzos fueron en clave relativamente modesta, pero a medida que la ciudad fue haciéndose más rica esas intervenciones se hicieron ambiciosas hasta tener su punto más alto en las obras de los Juegos Olímpicos de 1992 que sirvieron para impulsar una sustancial transformación de la ciudad que ha continuado hasta hoy y ha convertido el caso de Barcelona en ejemplar.

Actuar en Caracas.

Cuando desde Caracas se ve a Barcelona como un ejemplo a seguir, se piensa que hay demasiadas distancias. Pero eso, siendo verdad, no tiene porqué convertirse en imposibilidad. Aquí podría citarse una intervención análoga a las de Barcelona en los primeros años ochenta, que sería la de las aceras de la Ave, Miranda y del Eje San Ignacio-Sambil, emprendidos por la Alcaldía de Chacao. Esta obra, modesta en su alcance, ha hecho más por la ciudad que muchos esfuerzos de regulación urbana. La percepción del espacio público lograda con la muy simple unificación, nivelación, tratamiento con acabados dignos, de los espacios peatonales, va mejorando el espacio público de modo tan radical que uno especula sobre lo que habría ocurrido en Caracas si eso simplemente, liberar las aceras de obstáculos, regular la invasión del automóvil, utilizar materiales durables, diseño y ejecución de calidad, se hubiera ido acometiendo a lo largo de los años. Un tipo de intervención que, combinado con otros aspectos más ambiciosos, ha ido modificando positivamente las ciudades colombianas de Bogotá y Medellín.

La venida de Bohigas a Caracas, muchos años después de su primera visita, puede ser muy útil para ayudar a romper esquemas, para convertir en programa político la acción sobre la ciudad desde el Proyecto Urbano, la idea del Punto o “Spot” transformador. Incluir este principio en los planes de los políticos democráticos y revisar la prioridad que algunos sectores profesionales dan a los esquemas reguladores puede ser la tarea inmediata a cumplir. Es tiempo de que superemos las rémoras del estancamiento y la inacción que tanto han dañado a nuestra ciudad. Saber de la experiencia de este hombre clave para la segunda modernidad catalana puede ser un estímulo.

La Escuela de Vela en Barcelona, proyecto de Bohigas, Martorell y Mackay de 1992

Oriol Bohigas