ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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Oscar Tenreiro / (Publicado en el diario TalCual de Caracas el 25 de Enero de 2014)

Ver a una autoridad muy representativa del Régimen, caracterizada por su lenguaje agresivo a toda oposición, que tiene el desplante como rasgo de carácter y el insulto como argumento preferido a favor de la revolución; verlo deshecho en sonrisas, describiendo los gratos momentos cuando en Londres hablaba con el invitado de los problemas de esta ciudad, resultaba en días pasados una muestra selecta de la inmensa hipocresía de nuestra opereta política. Sí, un revolucionario, el Alcalde del Municipio Libertador, seducido por Sir Richard, británico, tan representativo del Imperio como cualquier Sir inglés. Buen exponente de una arquitectura ultra tecnológica, subproducto de la opulencia; característica del espacio económico y cultural que motiva todas las más duras imprecaciones por parte del risueño alcalde. Estrella que vino a firmar el contrato, seguramente en vuelo de jet privado, en dólares que se regulan y se des-regulan para financiar estos caprichos. Una imagen clara de lo que es la farsa política llamada revolución.

No era de extrañar que su charla estuviera repleta de estudiantes. Estudiantes que deben saber que construir hoy en Venezuela es estar asediado por todas las carencias, donde comprar un metro cuadrado de cerámica de un determinado color, o un bloque de concreto de cierta calidad, es una proeza; donde las cabillas y el cemento circulan en el mercado negro; donde casi todo material con cierto grado de prestaciones es importado y no se consigue; donde no hay piezas sanitarias con especificaciones para uso público; donde se impermeabiliza con técnicas obsoletas; donde la productividad de la industria de la construcción está en niveles inferiores a los de hace cuarenta años; donde se está a merced de sindicatos corruptos que cobran vacuna; y otras cosas más.

II
Pero eso no les importa a los estudiantes ante la perspectiva de apreciar la obra de un arquitecto que ha explorado técnicas, que se ha sometido muchas veces a la prueba de construir, que brilla en las dimensiones del éxito; en fin, todo aquello con lo que ellos sueñan para sí mismos aunque sea con ingenuidad. Mas de la mitad de quienes allí estuvieron (esos son los porcentajes) piensan que emigrar es necesario si Venezuela no cambia. Intentarán probar su talento en lugares donde no haga peso, ominoso y falaz, el estancamiento que ha estimulado y promovido la situación política en la que nos encontramos. Yendo a esa charla quieren atisbar las posibilidades del mundo externo y no puede uno reclamarles que se retraten o pidan autógrafos al invitado. Porque eso no excluye que hagan lo de todo estudiante serio: oír con espíritu crítico.

¿Y los mayorcitos, los que ya han vivido y trabajado, por qué están allí también? Porque quieren ventilarse un poco con imágenes positivas sobre una disciplina que se les hace esquiva pero que esperan que pueda abrirse paso…también cuando la situación política cambie. Y que Venezuela por fin se modernice, se integre al mundo, se abra hacia lo que ocurre, compita y participe en los logros de la civilización. Esperan que en esta sociedad, más allá de las tonterías que se dicen para justificar lo injustificable, puedan hacer lo que saben hacer.

En cuanto a los revolucionarios, seguirán con su ceguera auto-infligida. Habrán ido a decirle que sí a la nueva extravagancia del Régimen que apoyan, silentes, mientras esperan la próxima dádiva.

Y de último están los intelectuales que le proporcionan soporte ideológico a nuestra comedia. Son los peores de la comparsa Rogers. Los más conspicuos, aunque no aparezcan en las fotos. De un cinismo nada extraño, si revisamos su trayectoria: una incoherencia tras otra y sobre todo oportunismo. Todos sabemos quienes son.

III
Voy hacia mis colegas arquitectos. No se trata de discutir si Rogers es o no un buen arquitecto. Ni tampoco el valor de la arquitectura que ha producido. Por interesante que sea esa discusión (sobre la cual algo he avanzado en otra oportunidad) desviaría la atención sobre lo fundamental, que es el contenido político de esta invitación. Por una parte se hace mientras está en vigor un apartheid político que afecta a todo el sector profesional local. Por ello mismo, es un gesto con el carácter de juego de abalorios, de carnada para tontos como las que ha venido manejando una dirigencia política que hace lo que le viene en gana por contradictorio que sea. En ese contexto se impone dejar claro para nosotros y para el mundo que traer a este personaje lo que busca es revestir de actualidad a un Régimen retrógrado, al igual que lo han hecho llamando a otras estrellas los tiranuelos del Medio Oriente y de Asia Central. Y advertir el carácter simplista de los lugares comunes de Mr. Rogers en su rol de observador agudo sobre las ciudades del mundo; o de sus ideas sobre una ciudad que no conoce, nada originales, formuladas ya desde hace años.

La idea del Parque allí fue propuesta desde los años setenta del pasado siglo, pero la democracia de entonces, pacata y temerosa como siempre, no se atrevió a intervenir los dominios del Hipódromo. Que se utilicen intensivamente los terrenos del Mercado Mayorista y dentro del conjunto se construya un gran Terminal de Transporte también se propuso 35 años atrás. Y a muchos nos pareció inadecuado, y lo dijimos públicamente, construir el de La Bandera. Estas cosas pues no se le han ocurrido a Mr. Rogers, son pura y simple lógica si los problemas de Caracas se ven con seriedad. Lo cual no ha hecho el Régimen, con o sin Mr. Rogers.

La estrella sobra, ese es el resumen. Sus andanzas aquí ni lograrán aparentar que este Régimen piensa bien, ni enriquecerán nuestra cultura arquitectónica. Cultura es experiencia. Experiencia nuestra.

El Alcalde revolucionario del Municipio Libertador de Caracas, Jorge Rodríguez, la semana pasada, exultante, en compañía de Sir Richard Rogers

El Alcalde revolucionario del Municipio Libertador de Caracas, Jorge Rodríguez, la semana pasada, exultante, en compañía de Sir Richard Rogers