Lo ocurrido ayer en la marcha convocada para apoyar el rescate de la democracia, me lleva una vez más hacia la sensación de ahogo en la que tiene sumergido a nuestro país la camarilla de canallas y sus cómplices. Entre otras cosas, quien fue mi compañero de estudios Eduardo Guinand, de 80 años, quien se encontraba en ella con sus hijos, fue golpeado por un objeto que estuvo a poco de hacerle perder un ojo. Eduardo es un ejemplo más de que, rechazando el camino de la comodidad o la indiferencia, somos muchos los que estamos comprometidos con la necesidad urgente de rescatar la vida digna en Venezuela.
Pero su experiencia y las distintas cosas desencadenadas por lo ocurrido, sumadas a otros problemas circunstanciales y el estado de cosas general, me obligan a suspender el encuentro con motivo del cumpleaños de Jesús Tenreiro.
Y nos reuniremos entonces el año próximo, cuando estemos ya en el camino de reconstruir nuestro país y su aplastada democracia, esperanza (y certeza) que está en el corazón de la inmensa mayoría de los venezolanos.
De todos modos Jesús no se ha ido, sigue y seguirá con nosotros.
Caracas 5 de Abril de 1017