EN PORPUESTO A VALENCIA
Oscar Tenreiro
He hablado de que Jesús era un arquitecto en ciernes ya en los tramos finales de sus estudios de secundaria, es decir, que estaba seguro de que su vocación era la arquitectura. Además, con esa idea en mente se había inscrito y comenzado el preuniversitario del Colegio La Salle en Caracas. Sin embargo, regresar a Maracay, a pesar de todos los inconvenientes que causó en el ámbito familiar, no resultó ser un obstáculo mayor, sobre todo porque en Maracay se revelaron opciones que antes de la breve aventura de Caracas no habían sido posibles. La principal y decisiva, a pesar de las dificultades que planteaba, dejaba sin embargo intacta la posibilidad de estudiar arquitectura, un asunto central para Jesús Antonio, quien fue autoconvenciéndose de ella y puso en práctica toda su capacidad de persuasión para sumar a sus dos amigos Gustavo y Mory, quienes después de una leve resistencia se mostraron dispuestos a ponerla en práctica.
Había que inscribirse en el preuniversitario del Liceo Pedro Gual de Valencia asumiendo la rutina de ir y volver de clases diariamente como pasajeros de carrito por puesto. Eso requería levantarse muy temprano para tomar a las seis y media todas las mañanas el porpuesto que hacía el trayecto por carretera Maracay-Valencia en poco menos de hora y media. El Terminal estaba en una de las esquinas de la Plaza Girardot, muy cerca de nuestra casa y bastante cerca también de las de Mory y Gustavo. Regresarían al comenzar la tarde, ya terminadas las clases, tomando el carrito frente al Pedro Gual en Valencia. Era una rutina que planteaba sacrificios y sobre todo disciplina. Cuando Jesús la propuso parecía demasiado difícil de cumplir; sin embargo, se convirtió en un reto que superaron los tres amigos sin demasiados problemas: aprobaron el curso y se abrió para ellos el nivel universitario. Cristalizó así el propósito de ir contra corriente movido por sus convicciones personales muy ilustrativo de la temprana fuerza de carácter de Jesús Antonio, siempre manejando con inteligencia los argumentos que permitían vencer reservas y avanzar en apoyo de sus puntos de vista. Muestra de como sería más adelante no sólo su desempeño como estudiante de arquitectura, sino su vida profesional adulta.
Esta foto es de tiempos gomecistas (Internet). A la izq. la Plaza Girardot
Calle Soublette con Plaza Girardot. Es la esquina de los porpuesto
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Ya terminado el preuniversitario, Jesús, Gustavo y Mory, pasan a ser aspirantes formales a estudiar arquitectura. Pero en Venezuela habían pasado –y seguían pasando– cosas que iban a influir en esa decisión y lo que ella les planteaba. Una que les afectó directamente era que la Universidad Central de Venezuela (UCV), la única institución que ofrecía la carrera de Arquitectura, estaba cerrada a raíz de la lucha política que siguió a los problemas acarreados por la confiscación de las elecciones de 1952[1] por parte del gobierno de Pérez Jiménez. Eso transformaba a nuestros tres posibles arquitectos, de promesas en problemas para sus familias, porque todas las opciones que tenían ante sí para seguir sus estudios requerían salir del país para inscribirse en alguna universidad extranjera, con los consiguientes sacrificios económicos. Y de todas las opciones que tenían ante sí había dos que destacaban. Una era hacer la carrera en los Estados Unidos, lo cual en esos años era muy común entre las familias venezolanas de clase media. La segunda irse a Brasil sumándose a la seducción generalizada promovida por la arquitectura brasileña vía Lucio Costa, Oscar Niemeyer, Affonso Reidy y demás figuras, (seducción que recuerdo vívidamente), lo cual llevó a no pocos estudiantes latinoamericanos a inscribirse en alguna de las principales escuelas de arquitectura de Brasil. Y efectivamente, a Brasil terminó yéndose Mory[2], Gustavo a los Estados Unidos. Mientras que Jesús decidió esperar la apertura de la universidad, tal como lo anunciaban los tejemanejes políticos: la UCV reabrió a fines de 1953[3]. Jesús tuvo donde estudiar.
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Desde los tiempos del Liceo Pedro Gual ya Jesús oficiaba en su propio espacio sin mucha relación directa con Lopez Aveledo Sur No.1. La calle se había convertido en su día a día sustituyendo a los patios y el piso de mosaico. Yo lo veía desde lejos admirándolo y aprendiendo de lo que él hacía…y decía. Pero guardando distancia, intuyendo, él y yo, que entre nosotros había diferencias que vendrían a aflorar y hacerse obstáculos muchos años después. Poco dado yo a las inclinaciones intelectuales tan características de su personalidad, era sin embargo su alumno lejano, me atrevería a decir hoy con cautela. El amor a la naturaleza, virus que nos contagió a todos los hermanos, contraído en las vacaciones de Ocumare de la Costa[4], https://oscartenreiro.com/2020/02/02/ver-la-vida-1/ era el principal vínculo familiar que ––asunto especial–incluía a papá. Yo lo cultivé –Jesús no tanto– con insistencia. llevado por lo que los venezolanos llamamos una fiebre que me afectó a lo largo de toda mi vida. Tan intensa como para convertir mi afición por la exploración submarina –iniciada en Ocumare– casi en una práctica sectaria a la que Jesús se sumaba ocasionalmente. Porque teniendo yo 16-18 años, y estudiando la primera parte de la carrera, gracias a la búsqueda de múltiples oportunidades, había acumulado una experiencia muy rica en ese campo. Y cada tanto organizaba salidas a las cuales invitaba a Jesús quien a veces aceptaba. Fue parte del grupo en un par de viajes al Archipiélago de Los Roques[5] y en alguna que otra salida a Turiamo, hermosa bahía vecina a Ocumare de la Costa donde los tíos de mi gran amigo de entonces Max Pedemonte, regentaban un modesto hotel. Gracias a esas salidas a veces un poco improvisadas, Jesús aprendió el buceo con botellas de aire comprimido[6]. Y a pesar de que lo disfrutaba, mi impresión hoy, al recordar, es que encontraba a nuestro grupo poco representativo –tal vez demasiado infantiles– de la visión que él tenía de sí mismo. Se resistía a sumarse sin las debidas objeciones.
Jesús invitado a una de las sesiones de entrenamiento en piscina
Tuve suerte ensartando un pargo . Foto de nuestros comienzos en 1954 (circa)
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Y concluyo las notas de hoy mencionando a dos amigos de Jesús en Maracay quienes se convirtieron también en mis amigos –a pesar de la diferencia de edad– cuando ya no vivíamos en la casa de patios interiores de la calurosa ciudad. Se trata de los hermanos Anselmo y Angel Vicente Cerró Udis cuya casa estaba a unas cuadras más allá de la esquina de los porpuesto. Anselmo el mayor, unos seis años de más edad que Jesús, se había hecho su amigo por vía de la práctica religiosa que en ambos hermanos se originaba en una Fe joven particularmente firme estimulada por sus actividades en la catedral. Angel Vicente, dos años menor que Anselmo, tenía además una fuerte vocación hacia el mundo del Arte, la cual expresaba practicando la escultura por medios autodidactas. Cuando ya Jesús había terminado la secundaria y se preparaba para la Universidad, los Cerró nos trajeron un buen día la noticia de su emigración a Chile donde iniciarían sus estudios para convertirse en sacerdotes. Tomaban forma a partir de esa decisión un par de historias personales que merecen relatarse. Espero hacerlo, aunque sea sólo parcialmente. Por lo pronto queda aquí la imagen del día de la visita de despedida en el primer patio maracayero gracias a una foto tomada por nuestro hermano Pedro Pablo que mi madre conservaba y quedó en mis manos. En ella están, en el centro Anselmo, fallecido en El Tocuyo venezolano hace unos doce años. Ángel Vicente a la izquierda del lado contrario a Jesús. Y finalmente yo agachado. Angel VIcente ha sido y es parte de la orden religiosa de los Palotinos y vive en Chile. No he podido pese a mis esfuerzos hacer contacto con él, pero su sobrino Lisandro Hernández Cerró, quien vive en Caracas, me ha informado que se encuentra bien, de 95 años de edad, en la Casa de los Padres de Schoenstatt en Bella Vista, La Florida, Santiago de Chile.
Angel Vicente Cerró a la izquierda, luego Anselmo y finalmente Jesús. Yo agachado. En el primer patio de la casa de Maracay
[1] La escuela de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela (UCV) fue fundada en 1946 y transformada en Facultad en 1950.
[2] Volví a ver a Mory de un modo sorpresivo en mi segunda visita a Río de Janeiro, a donde fui de paseo desde Chile con mi primera esposa Delia Picón en mayo de 1961. Iba yo caminando por Copacabana y me silbaron desde la terraza de un café: era Mory. Hacía vida independiente en Río, un poco bohemia, sin ataduras, fuera de la disciplina necesaria para avanzar en sus estudios, los cuales terminó después en Venezuela
[3] Las fechas de cierre de la UCV que incluyo en este texto pueden tener errores.
[4] En unos textos que titulé Ver la VIda incluidos en mi libro Todo Llega al Mar -Textos hablo de la importancia que tuvieron para nuestra formación las vacaciones anuales que tomaba toda la familia en ese lugar de la costa central venezolana.
[5] Grupo de islas coralinas situadas al norte de La Guaira a unas 70 millas náuticas de distancia de la costa
[6] Hoy se ha generalizado llamar en inglés esta actividad como SCUBA diving