ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO

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No es una experiencia muy común la de sufrir el cinismo practicado desde el Poder, por la simple razón de que en la mayor parte de los grandes países hay democracia y en democracia es más difícil que se dé esa desviación perversa. O si se diese, sería denunciada de inmediato y rechazada.

Pero a quienes vivimos en regímenes autoritarios, y en el caso venezolano, autoritarios con vocación totalitaria, el cinismo se nos convierte en la cara más visible del ejercicio del Poder. Y sus consecuencias son devastadoras, minan la confianza en quienes ejercen la dirigencia política, someten al ciudadano a una manipulación permanente, inducen, casi podría decirse, al odio hacia quienes detentan el Poder. La historia lo prueba.

Esa es sin duda la razón por la cual quienes han sido víctimas de un régimen totalitario desconfían tan agudamente de las medias verdades típicas de la lucha política democrática porque las identifican con el cinismo. Y cuando digo medias verdades me estoy refiriendo a ese tipo de argumentos que, al calor de los enfrentamientos, se manejan a partir de los lugares comunes. Lugares comunes como el antiamericanismo, la crítica tajante al «neoliberalismo», la visión unidimensional, carente de matices, de los derechos de las minorías, la defensa de los derechos humanos en algunos casos mientras se evita hacerlo en otros, el manejo de las «soberanías» a conveniencia, la aceptación de las dictaduras cuando son de «izquierda» y así sucesivamente. Razón por la cual, dicho sea de paso, se dice que quienes vienen de regímenes totalitarios son «gente de derechas», lo cual muchas veces no es verdad o es, precisamente, una media verdad.

El caso es que el ejercicio del cinismo desde un Poder que controla todo, descalifica de modo radical, al menos en el terreno moral, a quien lo practica. Como es el caso de ciertos personajes de la realidad actual venezolana que se han convertido, casi, en símbolos de un cinismo destructivo y falaz.
No voy a llegar al detalle, pero basta decir que hoy tienen todo el disfrute del Poder personas que cuando eran ciudadanos comunes luchaban a favor de una dignidad que ahora parece interesarles muy poco, tal como que si el haber llegado a manejar a favor propio todos los privilegios hubiera sido lo único que los movía en la vida.

Tengo en mi experiencia personal unas cuantas referencias de ese tipo. Con algunas de estas personas que hoy disfrutan de un enorme Poder conversé alguna vez sobre las expectativas que uno podía tener como arquitecto si alguna vez era posible el acceso a decisiones de Estado. Y hoy veo con tristeza que esas expectativas fueron enterradas y olvidadas a favor de entregar la propia conciencia a la rigidez de consideraciones ideológicas.

Tal vez una conclusión a partir de esta vivencia sería que nada bueno puede esperarse del ejercicio del Poder. Podría uno en efecto afiliarse a una visión dualista que vería el Poder como un sucedáneo del mal. Lo cual sería un error pero de alguna manera excusable a la vista de los estragos que ha causado en gente que alguna vez fue parte del afecto personal, con la que incluso se compartieron sueños.
Y resistiendo a esa tendencia dualista lo que conviene es decir que el Poder debe siempre darse, realizarse, en un contexto democrático porque sólo así la persona que ha sido ungida con él puede entender sus limitaciones y en consecuencia mostrarse proclive a dialogar y a promover espacios de encuentro. Esa es, me parece la principal enseñanza que en lo personal me ha dejado la situación actual de Venezuela, la de que la democracia tiene que ser la condición original de todo ejercicio de Poder.
La nota de hoy es en fin de cuentas una denuncia respecto a la ausencia de una actitud democrática en quienes por el hecho de ser colegas o personas que parecían ver la arquitectura con alguna profundidad, con convicciones venidas de la lucha a favor de una disciplina, uno pensaba que jamás serían capaces de los excesos que están cometiendo. Y los cometen, esa es la realidad, porque no se sienten obligados a rendir cuenta, porque lo que hacen piensan que debe ser aceptado sin discusión como que si fuera parte de una verdad superior. Verdad superior que no es otra cosa que ideología en su peor versión, ideas que se consideran de un rango casi religioso y se imponen sobre toda contención de orden moral. Porque la dictadura, o más bien el autoritarismo con vocación totalitaria como ya he dicho que es el caso nuestro, no puede subsistir sino con el apoyo de la ideología. Así que todos los que una vez estuvieron cerca nuestro y hoy se yerguen en sus cargos disfrutando de un enorme `Poder se nos han convertido, en virtud del toque mágico que les confirió El Caudillo, en ejecutores de lo que nunca les pareció bien porque todo lo ven a partir de un repertorio de ideas fijas que apoya la supervivencia de su Benefactor.

Es una situación lamentable, casi trágica en lo íntimo porque puede vivirse como una derrota de los puntos de vista que orientaron buena parte de nuestras vidas.
Pero no hay ideología que pueda subsistir enfrentándose a los valores morales que conforman la ética democrática. Al final lo que parecía absoluto y definitivo salta en mil pedazos.

CINISMOS ANÁLOGOS
Oscar Tenreiro / 25 agosto 2012

El cinismo es definido en uno de tantos diccionarios como desvergüenza o descaro en el mentir o en la defensa y práctica de actitudes reprochables. Es un modo de actuar y expresarse que se ha identificado con la manipulación política. Pero nunca como hoy en Venezuela se había convertido en norma de actuación del Poder Público. Y como es el Poder Público en una sociedad como la nuestra quien dicta las pautas básicas de conducta, el cinismo también se ha hecho común, particularmente entre quienes aspiran a recibir favores de la autoridad o se aprovechan de las múltiples coyunturas que ofrece una situación como la que vivimos en nuestro país.

Es cinismo por ejemplo que el Director del Museo de Arquitectura por auto-designación, se haya convertido en proyectista de su sede, un caso único en la historia de los escasos museos de ese tipo que existen en el mundo. Y mayor es aún el cinismo cuando ante las críticas respecto a la calidad del edificio resultante, asume la defensa de su diseño usando argumentos puramente ideológicos, ajenos, precisamente, a la disciplina que su cargo le obligaría a defender.

Es cinismo que el Museo de Arquitectura y sus Jefes envíen a la Bienal de Venecia de este año, la Misión Vivienda. Una misión que ha diseminado por toda Caracas un diseño típico de muy discutibles atributos, adaptado precariamente a cada terreno, sin conciencia de orientación preferente, sin soporte de servicios sociales de apoyo, sin vinculación con Proyecto Urbano alguno, simple resultado de confiscar terrenos no construidos en cualquier parte de la ciudad. Que construye en Fuerte Tiuna un bosque de torres en manos de contratistas bielorusos, chinos etc. sin que se sepa su vínculo con el tejido urbano, ignorando el acceso a Caracas desde el centro del país. Que desarrolla en el vecino Tuy conjuntos de vivienda servidos por una red vial insuficiente y abandonada, diseños que ignoran la cuestión climática, repetición monótona de un sistema constructivo. Y el cinismo se acentúa cuando el mismo Museo se convierte en vehículo de elogio a esta Misión anunciando exposiciones laudatorias que excluyen todo debate al concentrarse sobre todo en el autoelogio.

Fue cinismo presentar, en una pasada versión de la misma Bienal, los pobrísimos módulos de Barrio Adentro como muestra, suponemos, del avance arquitectónico del país. Aún no se sabe quienes son sus arquitectos.

Es cinismo que los funcionarios-arquitectos del Régimen se hagan oídos sordos del escándalo ético que significa que todos los Proyectos de la Misión se hayan entregado exclusivamente a amigos del gobierno, desdeñando toda apertura a la comunidad de arquitectos venezolanos.

Y ese cinismo contagia, como decía, y nace otro análogo. Un arquitecto venezolano residente en Nueva York y Zurich, se ha ganado junto con su grupo Think-Tank, que opera por allá, una invitación de David Chipperfield arquitecto británico curador de la Bienal de Venecia para construir en uno de los edificios del conjunto veneciano un tarantín de comida rápida venezolana. Lo especial, lo insuperablemente cínico, está en que las paredes del tarantín se decorarán con fotografías del edificio de Confinanzas, invadido y convertido en un tugurio vertical. Mientras los visitantes se comen una reina pepeada veneciana, se venderá allí un libro de 450 páginas que ilustra la vida de los invasores, denominados en un texto de presentación como una vibrante comunidad que ocupó un símbolo del capitalismo venezolano. Se toma la anarquía favorecida desde el Poder, el drama de la miseria y la voluntad de superación de los que luchan por subsistir frente a un Estado manipulador, como trampolín hacia un foro internacional de Arte.

Desde el oficialismo y el oportunismo se dan pues, dos formas de parodia. Una ilustra la decadencia moral del mundo oficial, otra la ceguera de quienes desde el exterior juegan con nuestras incoherencias. Y es la burla a quienes sufren y luchan por superarlas el ingrediente común. Lo cínico de aquí se asocia a lo cínico de allá. Desde aquí se huye hacia adelante para evitar pensar, desde allá se piensa a través del prejuicio rebuscando en el baúl de desechos de la política del Tercer Mundo vista desde la ignorancia, convertida en comedia eurocentrista, racista, pretenciosa.

Y pudieron haber sido parte de este modo perverso de vincularse a la Bienal de Venecia otros temas derivados de nuestras miserias. Los recomendamos al Museo de Arquitectura y, eventualmente al Think-Tank. Aquí van.

1) La montaña de basura de la «Planta de Transferencia» de Las Mayas, hoy de dimensiones colosales .
2) Un gigantografía seguida de fotos en diversos tamaños de los cadáveres apiñados en la morgue de Caracas junto a los titulares que anunciaban hace dos años que se construiría una nueva.
3) Una muestra seleccionada de las armas de largo alcance encontradas en las cárceles, junto a los nombres de cada uno de los reclusos fallecidos en enfrentamientos internos, incendios provocados, todo ello apoyado por los grabados de Gustavo Doré para el Infierno de la Divina Comedia.
4) Una performance en forma de Cantata construida con las oraciones de las madres venezolanas que han sufrido pérdidas a manos del crimen, sumados a las que todas las noches se rezan en los hogares para que los hijos regresen sanos a casa.
5) Una edición de lujo de 1000 páginas (las 450 del libro del tarantín no alcanzarían) conteniendo todas las frases del Gran Jefe echándole la culpa de los horrores que vivimos al capitalismo y al imperio.
Pero estas ideas no prosperarán: habrá elecciones aquí y el cinismo será enterrado. Y en cuanto al curador de Venecia y sus oportunistas: fuck you David and friends!

¿Hará el Museo de Arquitectura o el Think Tank una exposición sobre la cárcel venezolana?  Aquí El Rodeo, decorada con balazos (19 Junio, 2011).

¿Hará el Museo de Arquitectura o el Think Tank una exposición sobre la cárcel venezolana? Aquí El Rodeo, decorada con balazos (19 Junio, 2011).