Oscar Tenreiro
Algunos periodistas y quienes creen que a la fama se le perdona todo se han hecho lenguas de la posición reciente de Gustavo Dudamel. A mí y a muchos nos tiene bastante sin cuidado lo que haya dicho a buena hora el famoso, a no ser que pensemos, y es inevitable pensarlo, que sirva de acicate para que otros que como él callaron cuando debieron hablar se decidan ahora a denunciar esta locura que vivimos. Y pienso que si en efecto su postura tardía, uno más que abandona el barco que moral y políticamente se hunde hacia la mayor profundidad, impulsa a otros cuya voz es conocida por la posición que ocupan, hay que aceptarla del mejor grado. Trajo consigo además, y eso es lo que me interesa, dos cosas importantes que contrastan con lo que parece otro episodio de oportunismo; la primera, que dio pie para que Gabriela Montero exponga en un documento muy valioso, claro, coherente y de indispensable lectura, su punto de vista sobre la postura de Dudamel, acompañándolo, es eso lo que me parece más significativo, de argumentos irrefutables para poner en su sitio las falsedades que se han puesto a circular, con la anuencia de gentes como Dudamel (y el provecho de ese personaje maestro de la lisonja al poderoso, que es José Antonio Abreu) acerca del sistema de orquestas, en gran medida un tinglado soportado por las vacas gordas petroleras que al enflaquecer despiertan la lucidez dormida para descubrir sus muchas debilidades. La segunda, que contribuya a hacer desaparecer esa actitud provinciana y superficial, que se ha ido haciendo muy típica del periodismo venezolano, que es perdonarle todo, así sea la insinceridad y el vacío moral, a los famosos; o si no se llega a eso, estar constantemente justificándolos.
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Y tomo por ahora, de nuevo, porque lo de Dudamel me lo activa, el papel difícil de recordarle a quienes hasta ahora siguen formando filas para apoyar al Régimen, que depende mucho de ellos que salgamos de esta coyuntura sin que se desencadenen nuevas tragedias que se sumen a las que han tenido lugar en estos últimos días. Y me ayudo con algunos hechos recientes.
(*) En un momento dado se riega la noticia de que Leopoldo López ha muerto. Le niegan verlo a la familia que, desesperada, pugna por llegar a él. Finalmente, me dicen, logran oír su voz que sale de alguna ventana de su prisión. Pero a todas éstas ¿Cómo se pronuncia la autoridad? Aparece en televisión el número dos, ese personaje que se ha ganado muy bien el desprecio irrefrenable de millones de venezolanos entre los cuales sin duda alguna me incluyo, y dice que Leopoldo López se las echó de machito y por eso fue castigado, aislado, impedidas las visitas, encerrado en lo más hondo de la mazmorra revolucionaria. ¿Y cual es el título del número dos para hablar de esa forma de un preso que el Régimen dice, con su habitual cinismo, que no es un preso político? El de ser Secretario General del partido político que sostiene al gobierno, el PSUV. ¿Es o no entonces Leopoldo López un preso político? ¿Es o no un ser despreciable el que se regodea en la humillación de un hombre reducido por el abuso? ¿No es esta una muestra de la más baja calaña moral?
(*) Mi amigo es abogado, amigo en realidad de uno de mis hijos pero lo considero amigo mío pese a las diferencias de edad. Y allí estaba el miércoles pasado en la intersección de la Cota Mil con la Principal de La Castellana. Se traslada en una moto pequeña para tener suficiente movilidad y ese día, luego de haber disminuido un poco la represión (se protege con un pañuelo grande impregnado en bicarbonato, anteojos de bañista y piernas dispuestas a correr) recogió a su hijo menor (16) y junto a otros de los motorizados oposicionistas emprendía el regreso hacia la Avenida Miranda cuando los fueron rodeando Guardias Nacionales motorizados siguiéndolos a su misma velocidad. Aumentaron la de ellos buscando escaparse, pero como su moto es pequeña lo superaron hasta bloquearle el paso, lo obligaron a bajarse a él y a su hijo, le pidieron el teléfono y se quedaron con él, lo empujaban, golpeaban e insultaban mientras su hijo observaba (no lo tocaron, tuvo suerte)…y se fueron, uno de ellos montando su moto: se la robaron con la más insultante desfachatez. Ah, y se me olvidaba, le rompieron un diente, el aún no sabe como fue.
(*) Otra cosa más, Henrique Capriles la divulga por twitter: se hizo un acuerdo entre dos Ministros, el de Servicios Penitenciarios y el de Interior y Justicia: se utilizarán presos vestidos de Guardias o Policías Nacionales para reprimir las manifestaciones opositoras. Se acuerda entre ellos realizar pruebas al respecto. No ha sido hasta ahora desmentido…¿Es esa acaso la razón del ensañamiento y la crueldad?
(*) Entrevistan al Alcalde de Naguanagua, un sector de la ciudad de Valencia, y dice que ha habido saqueos en su jurisdicción como consecuencia de las protestas. Pero dice además, insistiendo en que tiene las pruebas filmadas, que participaban en los saqueos los Policías Nacionales Bolivarianos: los agentes se llevaban las máquinas cortadoras de jamón, las balanzas, todo equipo móvil de los supermercados saqueados, susceptible de ser vendido. Lo dice insistiendo en su escándalo frente al estado de anarquía con participación de la autoridad nacional.
(*) El Presidente de Venezuela visita una Feria Agropecuaria y se detiene con su comitiva frente a un corral de vacas. Lleva un micrófono y comienza a hablarle a las vacas ante una especie de estupor general: ustedes apoyarán la Constituyente, necesito el apoyo de los productores del campo, palabras más, palabras menos. Las vacas lo ven y él a ellas. Parece satisfecho. No estoy mintiendo, vayan al País de Madrid, edición del siete de Mayo y vean el video. Es un gag sin duda, un problema de coordinación entre gestos y mente, pero resulta perfectamente claro más allá de todo humor o deseo de ridiculizar: habla directamente a las vacas. ¿No estamos ante la evidencia de un tipo de desequilibrio psicológico, de desbalance?
Y vuelve entonces uno, de nuevo, sí de nuevo, a preguntarse ¿No les bastan a los que dudan en recuperar su soberanía que a las insensatas y dolorosas muertes de estos días se sumen diariamente pruebas del inmenso deterioro del Régimen que apoyan? ¿Les parece bien el caos político, social, económico, moral, que afecta al Régimen en general y en particular a su plana mayor, suficientemente bien como para apoyarlo, o para seguir silentes? ¿No es hora de decir no? Se suman día a día nuevos argumentos, esperando que impere la cordura personal, que asome desde la intimidad la lucidez. Quienes aún no han dado el paso de alejarse de tanta iniquidad, de tanta maldad, de tanto absurdo, piensen que los increpa un país que tarde o temprano se liberará de estos yugos. ¡Retiren su nombre y su persona de estas bajezas!