ACLARANDO
Oscar Tenreiro
El objeto central de las entradas inmediatamente anteriores a esta es también mi hermano mayor Jesús Antonio Tenreiro, nacido el 9 de abril de 1936 y fallecido el 7 de diciembre de 2007. A esas entradas se suman la número 4, que va hoy, y seguirán otras. Eso mientras mi estado de salud se muestre benévolo y me permita continuar. Si tal cosa ocurre, tal vez continúe publicando cortos textos bajo la forma literaria del aforismo. Ya veremos si soy capaz.
JESÚS ANTONIO (4)
LA ARQUITECTURA SE ASOMA
Estos comentarios biográficos (Jesús Antonio 1,2 y 3) comenzaron cuando Jesús y yo éramos niños. Ahora los continúo desde los días en los que yo estaba a principios de la secundaria y Jesús empezaba a transitar los espacios de la arquitectura que luego asumiría como un modo de vivir colmado de expectativas novedosas y atractivas. Siguen un orden imperfectamente cronológico y –esto es importante–son esencialmente anecdóticos, porque tratan de evitar la mirada formal y académica para recoger más bien incidencias –a veces incompletas–que apuntan hacia su humanidad. No pretendo utilizarlos para alimentar una exégesis crítica de la arquitectura de Jesús, aunque sea parcial y breve, sino sobre todo como medio para conocerlo un poco mejor a él. Mi postura es pues la de un observador externo que desea pintar un retrato parcial y limitado que –debo advertirlo– se aleja conscientemente de su objeto cuando la observación se hace muy cercana, específicamente los momentos en los que se llega a un cierto nivel de intimidad como en las ocasiones en las cuales trabajamos juntos.
Jesús bebé de meses (tal vez julio de 1939
De meses con la abuela Elizabeth Aigster
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Con la terminación de la Secundaria y el inminente comienzo de los estudios superiores la percepción de la realidad cambia para el estudiante. La necesidad de tomar decisiones que apuntan hacia un futuro más personal demanda una actitud reflexiva que permita adaptarse mejor al nuevo contexto, el universitario, pleno de exigencias. El mundo parece ensancharse y Jesús no era la excepción. Ahora debía situarse en relación a lo que venía tomando forma en su conciencia. Tal como sus compañeros, debía ser capaz de decir hacia dónde quería encaminarse, cual debía ser la carrera que lo transformaría en profesional. En otras palabras, se le pedía que definiera su vocación, ese término cuyo alcance es nebuloso, indeterminado, esquivo para el adolescente que lo oye por primera vez sin saber bien lo que implica. Le piden que elija, que decida su lugar en el territorio del conocimiento y de la práctica dejando lo demás fuera. Es una presión difícil que se le hace común al que aspira a la universidad.
En todo caso, los tiempos de Liceo (1) habían afirmado amistades. Dos fueron los grandes amigos de Jesús en esa etapa: Gustavo Niño y Moisés Krasner a quién le decían Mory. Con ellos compartió inquietudes y encontró apoyo en los años finales anteriores a su corta mudanza a Caracas. Una mudanza que duró muy poco, interrumpida como veremos más adelante, por sus dificultades de adaptación a las nuevas circunstancias.
La casa de Mory. Sentados, Mory a la izquierda y Gustavo Niño a la derecha, al que está de pie no lo identifico
Aquí Mory Krasner a la derecha, junto a un amigo común, Cheo Angarita
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No tengo a la mano detalles claros sobre las andanzas de Jesús cuando estaba terminando la secundaria. Mi memoria no puede ir más allá del recuerdo vago y además la diferencia de edades en tiempos de adolescencia puede separar lo suficiente como para que nos viéramos desde lejos. Pero retengo fragmentariamente lo que él hacía como padre subrogante, actividades que me incluían. Como es el caso de su cortísimo tiempo de afición al tenis. Afición suya y nuestra porque con frecuencia lo acompañábamos. El y Pedro Pablo tomaban unas viejas raquetas que mamá conservaba y se iban con los amigos a practicar en la cancha del Hotel Jardín, sin profesor, sólo peloteando un par de pelotas, sin método ni guía. Y aprovechábamos los menores para bañarnos en la piscina del hotel, la cual a veces, debido a la falta de mantenimiento, se llenaba de algas que nosotros simplemente apartábamos con los chapuzones, mientras Pedro Pablo afinaba su natural destreza en la práctica de clavados
Jesús en el centro. A su derecha Gustavo Niño. A su izquierda un amigo común, Omar González
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Y siguiendo en lo deportivo improvisado, lo cual viví mucho con mi fanatismo por el beisbol que pude practicar sólo en caimaneras, recuerdo también cuando a Jesús y Pedro Pablo los inscribieron en clases de natación que tenían lugar en una derruida piscina techada (seguramente una estructura metálica traída de Europa) (2) construida en tiempos de Gómez en la zona de la ciudad llamada Las Delicias cerca del zoológico, amenidad urbana esta última que era como la niña bonita de Gómez. Tanto Jesús como Pedro Pablo adquirieron estilo y Jesús, ayudado por su compostura atlética, destacaba entre los primeros en las competencias de entrenamiento. Yo los acompañaba, observaba y asimilaba lo que era posible, por ejemplo, el estilo, el cual nos ayudó después a perfeccionar –en el mar de Ocumare de la Costa– nuestra amiga Enilde Matute, hija de un buen amigo de papá, nadadora talentosa, campeona nacional.
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Gustavo y Mory podría decirse que compartieron con Jesús las inseguridades propias de la búsqueda vocacional que incluía el deseo de estudiar arquitectura, el cual cristalizó a partir de algunas casualidades. He escrito en este blog sobre una de ellas porque fue definitiva: https://oscartenreiro.com/2013/10/19/arquitectura-arte-2/ la proyección en el cine Roxy, a media cuadra de nuestra casa, de la película de 1949 Uno contra todos, con Gary Cooper en el rol principal, la cual estaba basada en el libro de Ayn Rand, El Manantial, un alegato a favor de la lucha de un arquitecto por hacer realidad sus proyectos. Tuvo un impacto muy fuerte en Jesús y en nosotros los hermanos. Salimos del cine en actitud de promotores de la arquitectura moderna, que en ese tiempo buscaba espacio en la opinión como una de las últimas novedades. Y gracias a la excepcional destreza de Mory para el dibujo (esta sería una segunda casualidad) quien era capaz de inventar y dibujar con gran atractivo casas y rascacielos, el mismo Mory, Gustavo y Jesús Antonio se reunían sentados sobre la vieja alfombra de la sala de nuestra casa, separada pared por medio del zaguán, frente al tocadiscos (3) recién comprado por papá , haciendo comentarios sobre mil cosas entre las cuales esos edificios virtuales muy bien delineados, atractivos, coloreados con Prismacolor, que tenía Mory en una carpeta. Alguno de los cuales tenían aspecto de haber sido dibujados por Frank Lloyd Wright o por un arquitecto de la vanguardia soviética. Fui testigo directo de un par de esas reuniones de amigos, y puedo decir que Jesús Antonio se expresaba en ellas como un arquitecto en ciernes. Y es posible también decir que aún antes de comenzar a estudiar arquitectura se hizo defensor de una modernidad combativa y abierta al cambio y en partidario de los nuevos valores que iban tomando forma en los tiempos de la posguerra.
Jesús con su amigo Carlos Barreto en la cancha del Hotel Jardín
Jesús con su amigo y compañero de Secundaria Carlos Barreto.
(1) El Agustín Codazzi era el único liceo de Maracay. Quedaba en el lado norte de la Plaza Girardot. En ese tiempo lo dirigía el profesor Jorge Semidey.
(2) No he podido encontrar información sobre esa estructura. Insisto en que en tiempos de Gómez (como fue el caso por ejemplo de los mercados de alimentos)– han podido traer de Europa el esqueleto metálico. el cual, si mal no recuerdo, era de hierro forjado como las estructuras de Eiffel en las Antillas. Cuando yo la conocí –y me bañé en la piscina– estaba muy abandonada.
(3) He escrito en otra parte que Papá tenía un negocio muy cerca de nuestra casa donde vendía desde automóviles y camiones (Panamericana de Automóviles) hasta neveras y lo que se llama línea blanca (bajo el nombre de Casa Philco) incluyendo tocadiscos e incluso discos Columbia. Cada vez que viajaba a Caracas iba con una lista de discos para Jesús Antonio Esos negocios terminaron en bancarrota en los primeros años cincuenta del siglo veinte coincidiendo con nuestra mudanza a Caracas(1952-53)