Oscar Tenreiro / 9 de Octubre 2008
El encuentro Barcelona-Caracas, organizado por el Instituto de Urbanismo de la UCV ha sido una buena oportunidad para establecer referencias a partir de la espectacular transformación ocurrida en Barcelona en las tres últimas décadas. Y también para vernos mejor. No sólo fueron las palabras de Oriol Bohigas, sino las exposiciones de los otros invitados catalanes (Carles Llop, Sebastiá Jornet y Joseph Centelles) lo que nos sirvió de referencia central.
Vernos mejor comienza por percatarnos de la pobre concepción de la ciudad que tiene nuestro mundo político. No solamente la de nuestra “revolución”, que en más de diez años apenas puede decir que rescató del abandono a una mínima fracción de los espacios públicos de Caracas y más bien ha contribuido a su mayor deterioro, sino al hecho de que los candidatos a Alcaldes de la oposición parecieran pensar que este tipo de discusiones apenas les conciernen. Por eso considero esencial e insistí en ello cuando tuve la ocasión, que el mundo académico se proyecte hacia el mundo político, que haga explícitas sus certezas, que abandone una prudencia calculada que puede ser desorientadora. En una sociedad como la nuestra la llamada “Academia” debe contribuir activamente a la formación de opinión.
Oriol Bohigas dijo en sus conferencias algo que viene sosteniendo desde muchos años atrás, que cada tendencia política tiene su propia idea de ciudad. El contribuyó a conformar la del PSOE catalán, que ahora es de la ciudad entera. Ya sabemos cual es la idea de ciudad de nuestro Caudillo y su régimen. Ninguna, a pesar de las naderías que algunos han escrito sobre “la ciudad socialista”. Y la oposición tampoco parece tenerla. Y eso pese a lo que Michael Penfold subrayó en la introducción a la charla impartida por el catalán en el IESA: el mayor problema de Venezuela es el problema urbano. Más allá de los dos Alcaldes de la oposición en Caracas, Chacao y Baruta, y el de Iribarren en Barquisimeto, del oficialismo democrático semi-disidente, el panorama es desértico. Esta carencia se origina en lo ya dicho: la distancia entre la Universidad y la sociedad en general y particularmente con el mundo político. Hacer crítica de la ciudad prescindiendo de la realidad política es una forma de ignorancia porque hoy, universalmente, se reconoce que no es posible actuar con acierto en el medio urbano sino a partir de una conciencia política democrática. Eso tendría que llevar a nuestro mundo académico a la lucha de rescate democrático de una u otra manera. Porque es un hecho que en Venezuela la democracia ha sido paralizada, o confiscada. No reconocer eso conduce a torpezas como la de haber llevado a Bohígas a disertar en un conciliábulo del PSUV (en el Museo de Arte Contemporáneo!) presidido por su candidato a Alcalde de Libertador. Ante mi reacción indignada uno de los responsables me dijo apresuradamente ”a mí lo que me interesa es la ciudad”, con lo cual parecía enunciar como lema que para ocuparse de la ciudad debe olvidarse lo que es fundamental para hacerla mejor. Ese acto de aquiescencia, quiso ser compensado con un desayuno “abierto a todas las tendencias” al cual faltaron muchos y otros se fueron apresuradamente. Síntoma también de atraso y despiste por parte de los políticos.
Y me tocó discurrir sobre La Carlota en el último día del encuentro donde debía presentarse el Plan Maestro propuesto por el equipo ensamblado por la ex-directora de la Escuela de Arquitectura de la UCV. Pero el Jefe del equipo, Arq. Newton Rauseo, no asistió alegando en privado que recibía ordenes de un funcionario ministerial. Eso demuestra el lugar donde estamos: a la afectada neutralidad de un sector se opone la sujeción política del otro.
Hube de prescindir de esa ausencia y referirme a algunos puntos que en mi opinión gravitan sobre lo que pueda proponerse en La Carlota, algunos de ellos respondidos por el Arq. Frank Marcano, asesor del equipo dirigido por Rauseo, luego de lo cual hubo una discusión que derivó hacia otros aspectos de interés. Pero no pudo debatirse sobre el Plan Maestro en presencia de los invitados extranjeros. Así están las cosas.
Ese Plan Maestro, sea cual sea el momento en que se dé a conocer sin tantas prevenciones, debe necesariamente ser sometido a examen. Fui advertido de que por Internet puede tenerse acceso a él pero hasta este momento no he podido comprobarlo. Un esquema básico que me fue mostrado esa misma tarde por Marcano me descubrió sin embargo, muy por encima, la ausencia de nociones arquitectónicas precisas en la conformación de los recintos que inevitablemente deben ser los bordes o umbrales de acceso a La Carlota, o incluso las penetraciones de vida urbana hacia la gran explanada central. Pero esas consideraciones se deben dejar para futuras confrontaciones. Que las haya o no depende de nosotros y nuestros reclamos de democracia. Y la Academia no puede estar ausente de ellos.